Siempre Alice

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

Antes de salir, ella necesita ir al baño. Baja las escaleras, abre puertas, deambula, se confunde de nuevo con el vestidor, se pierde… De repente, su casa, aquel lugar que era su sitio en el mundo, se convierte en un infierno y no sabe cómo moverse. Entonces, se da cuenta de que todo será más difícil de lo que creía y que quizás necesite recurrir a medidas extremas si se presentara el caso.

Pero antes de llegar al momento anterior, Alice Howland (Julianne Moore) ya comprende que algo no anda bien pues, de repente, se olvida de ciertas palabras o cosas y ya había sufrido algunos aturdimientos en otros lugares que le resultaban familiares. Entonces, comienza a acudir a un neurólogo que, al principio, sólo se trata de una voz sin rostro. Aunque por precaución le oculta las visitas tanto a su esposo John (Alec Baldwin) como a sus tres hijos Anna (Kate Bosworth), Tom (Hunter Parrish) y Lydia (Kristen Stewart), llegará una instancia en la cual Alice deberá develar su secreto para poder realizarse ciertos estudios.

Y los resultados son los evidentes: Alice padece una especie particular y rara de Alzheimer (genético) en grado uno. Por tal motivo, sus hijos se someten a estudios para comprobar si heredaron la enfermedad. A Tom le da negativo, Lydia prefiere no saber y Anna es positiva; hecho que, en ciertas escenas de la película, generará un alejamiento entre madre e hija.

En Siempre Alice, basada en el best-seller homónimo de la escritora Lisa Genova, los directores Wash Westmoreland y Richard Glatzer buscan realzar el aspecto social de la enfermedad tanto a través de la modificación de la dinámica familiar como en las diversas miradas que el Alzheimer provoca. Por tal motivo, se refuerzan las escenas en las cuales Alice reprueba la compasión o que la traten diferente por tener la enfermedad. Mientras que Moore construye un personaje que crece a lo largo del filme y que transita por una serie de etapas bastante diferenciables, los papeles de Bosworth y Stewart resultan bastante chatos y carentes de matices.

La película recupera un tema de importancia y busca enfocarlo desde una mirada fuertemente social y crítica hacia la compasión. Sin embargo, los directores reúnen una serie de elementos para conformar el espectro Alice como su temprana edad para adquirir la enfermedad, la rareza de su caso o que sea profesora de Lingüística en la Universidad de Columbia, que actúan del modo contrario volviéndola efectista y ligada al sentimentalismo. Por tal motivo, se desarrolla una lucha en la que, al final, lo inevitable se antepone al esfuerzo: la batalla se pierde y todo el brío se reduce a un encadenamiento de lamentos, como si todo aquello que se busca redimir no fuera más que la excusa para acercarse al mismo pañuelo que antes se rehusó a utilizar.

Por Brenda Caletti
redaccion@cineramaplus.com.ar