Siempre a su lado

Crítica de Cristina Aizpeolea - La Voz del Interior

Alta fidelidad

Una película que tenga a un perro fiel como protagonista y que esté basada en una historia real, ocurrida en Japón en los años ‘20, ya viene con garantía de sensibilidad. Si, además, detrás de cámaras está el sueco Lasse Hallstrom (el mismo de ¿A quién ama Gilbert Grape? o Las reglas de vida), está claro que para entrar a ver Siempre a su lado podremos olvidarnos del pochoclo, pero nunca los pañuelos de papel.

Aquí Richard Gere es Parker, un querible profesor universitario que viaja a dar clase todos los días a la ciudad y que construye con el perro Hachiko una relación de lealtad rayana con la leyenda. De hecho, en Japón, la fábula llegó al cine en 1987 y una estatua de bronce inmortalizó al verdadero ejemplar de raza Akita.

Esta versión reivindica la felicidad que trae el equilibrio, algo que parece natural en un pueblo donde todos se conocen y disfrutan de lo que les toca, así sea vender café en la estación o expender todos los días los mismos boletos. Y en varios pasajes, contrapone eso a las gratificaciones efímeras que promueve el capitalismo.

“¿Quieres un perro juguetón? ¡Búscate un Collie! Estos son perros orientales, no americanos. No puedes comprarlos”, le dice a Parker un colega japonés.

Richard Gere hace tiempo que se reconoce budista. Y aquí, además de protagonista, es el productor de la película.