Sicario

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Al director canadiense Denis Villeneuve le gusta lidiar con temas densos. Basta citar la escalofriante “La sospecha” (2013) para recordar su estilo: oscuro, perturbador, algo estilizado y siempre disparador de preguntas. Esta vez metió su cámara en el submundo de la lucha contra el narcotráfico: un universo de operativos encubiertos, mercenarios y policías corruptos. Todo está fuera de la ley pero en última instancia bendecido por el sistema. La protagonista es una agente del FBI que de golpe se encuentra envuelta en una misión especial para atrapar a un poderoso capo de la droga. Pero nada es lo que parece y los jefes del operativo irán revelando de a poco su modus operandi. El tema no es tanto lo que cuenta Villeneuve sino cómo: todo lo que toca lo convierte en un thriller vibrante, con una narración precisa y sin fisuras. La frontera entre México y EEUU se convierte aquí en un personaje más, como un fantasma omnipresente, y en ciertos pasajes la película recuerda a la atmósfera de “Sin lugar para los débiles”, un dato no menor teniendo en cuenta que comparten al mismo director de fotografía, el genial Roger Deakins. Hay algunos puntos flacos en “Sicario” (la protagonista demasiado ingenua) y se pueden hacer distintas lecturas sobre lo que se muestra de un lado y del otro lado de la frontera. Sin embargo estas cuestiones quedan relegadas a un segundo plano ante el impacto y el intenso viaje que propone la película.