Si no despierto

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

El castigo de la eterna repetición

En Hechizo del tiempo, el personaje de Bill Murray tenía que revivir el mismo día una y otra vez. A fuerza de prueba y error encontraba la mejor forma de vivirlo y eso lo liberaba del maleficio. En manos de Murray y el director Harold Ramis, la repetición tenía sorpresas constantes y era muy placentera.

Es difícil no ponerse nostálgico pensando en esa obra maestra al ver Si no despierto. Esto sucede porque la película de Ry Russo-Young, basada en el best seller de Lauren Oliver, tiene la misma premisa y estructura que aquella, pero llevada al terreno del drama adolescente. En este film la repetición es castigo no sólo para su protagonista, sino para el espectador, que es sometido a revivir varias situaciones de diversión y sufrimiento de pobres niños ricos del noroeste de los Estados Unidos (misma zona, mismos bosques y clima lluvioso que Crepúsculo).

Zoey Deutch hace lo que puede como Samantha, una adolescente linda y popular que queda atrapada en un mismo día, sin ninguna explicación. Tras la primera reacción de sorpresa, Samantha pasa a la desesperación y luego la frustración hasta llegar a entender que la repetición le permite descubrir lo que estaba ante sus ojos y no sabía apreciar: su familia, sus amigos y hasta el chico nerd que está enamorado de ella desde siempre.

Como si fuera el negativo de Hechizo del tiempo, Si no despierto es una parábola obvia y bastante aburrida.