Si fueras yo

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Estados civiles alterados

Si fueras yo es una típica comedia norteamericana, o más bien neoyorquina, para todo público, y el espectador que esté en busca de eso se sentirá satisfecho después de verla. La película tiene una premisa principal, el trueque de cuerpos entre dos amigos, uno casado y otro soltero, y juega con todas las posibilidades que encuentra como derivadas de ese enredo.

Cuando la industria yanqui hace un filme “para todo el mundo”, realmente se preocupa por que eso sea así. Es decir que mete en la bolsa todo lo que esté a su alcance: un poco de incorrección política, otro de humor judío o italiano o wasp, momentos de armonía familiar, reflexiones sobre la amistad y el matrimonio, contenidos sexuales, guiños para el ejecutivo que busque distraerse un rato, algo de sofis­ticación.

Si fueras yo tiene pasajes descartables, pero no es pura chatarra. Dentro de una historia que reúne la fantasía más desencadenada con nociones sobre la vida real, hay varios episodios donde las situaciones en que se hallan los personajes, sus vivencias o los diálogos no sólo causan gracia sino que además emocionan o hacen pensar. Es que la dicotomía entre el matrimonio y la soltería, entre los “deberes y la seguridad” de uno y entre la “independencia y soledad” del otro desvelan a los seres humanos desde hace mucho tiempo y acaso persisten en el interior de las personas independientemente de la condición o etapa en que se encuentran.

Esta comedia dirigida por David Dobkin también es pareja en cuanto a actuaciones. Jason Bateman y Ryan Reynolds están en una estación de alta cosecha. Leslie Mann?, que encarna a la esposa, logra minutos vibrantes diciendo sus líneas sobre la mujer sumergida en la tormenta nupcial, y lo mejorcito de Olivia Wilde es el desdoblamiento que hace de secretaria sexy a chica guarra.