Intrusos

Crítica de Diego Papic - La Agenda

Sangre y sudor

Intrusos es una película de terror que más allá de algún momento de morbo no resulta inspirada en su puesta de encierro entre víctimas y victimarios.

El año pasado fue el de las películas de terror, con una inusual cantidad estrenos de calidad. Entre ellas están La bruja, Orgullo, prejuicio y zombies, Goodnight Mommy, El conjuro 2 y Cuando se apagan las luces, por poner solo algunos ejemplos. Hubo otras dos, quizás las mejores, que tenían algo en común: en No respires y Avenida Cloverfield 10 las víctimas estaban encerradas en una casa junto a sus victimarios y la tensión provenía justamente de esa relación asfixiante y del previsible cambio de roles porque por momentos las víctimas se transformaban en victimarios y viceversa.

La propuesta de Intrusos, ópera prima de Adam Schindler, es similar, aunque la premisa resulta bastante forzada. Mientras que en No respires los personajes no pueden salir de la casa porque no encuentran la llave y en Avenida Cloverfield 10 porque supuestamente afuera hay una invasión extraterrestre, acá la víctima es agorafóbica. Esa debilidad argumental podría ser subsanada por lo que sigue y transformarse en una excusa, pero el edificio que construyen los guionistas T.J. Cimfel y David White es ruinoso aún sobre esos cimientos débiles.

Anna (Beth Riesgraf) vive con su hermano Conrad (Timothy T. McKinney), que está muriendo de cáncer. Desde la muerte del padre de ambos, hace diez años, que no sale de su casa. El día del funeral de Conrad, entran tres ladrones para robar un dinero que ella guarda en la casa. Los tipos creen que ella va a estar en el funeral, pero justamente por su problema de agorafobia, se quedó en su casa y no puede salir.

Más allá de algunos pocos momentos satisfactorios de gore y de morbo, Schindler es bastante poco inspirado a la hora de mantener la tensión y el suspenso y los guionistas Cimfel y White tienen preparadas unas revelaciones bastante inútiles hacia el final. Si algo enseñaron las buenas películas de encierro, aquellas de gato y ratón en las que víctimas y victimarios se intercambian, es que todo está en el clima y la puesta en escena. Eso que llamamos trama es secundario.

Pero la puesta de Intrusos y la fotografía chata son tan convencionales que no se sostienen por sí solas, entonces tienen que pasar cosas, tiene que haber vueltas de tuerca y sorpresas, pero tampoco en ese rubro Intrusos resulta satisfactoria. Apenas unos destellos al estilo de El juego del miedo y nada más.

Las películas de terror suelen ser una fija de la cartelera. Algunos dicen que es porque los jóvenes suelen verlas en las citas. Por eso se estrenan muchas de relleno, como esta. La buena calidad del año pasado nos malacostumbró. Habrá que separar la paja del trigo y esperar a la semana que viene, que se estrena La cura siniestra, y pinta ser mejor que el promedio.