Showroom

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Unos pocos meses después de EL PATRON, la opera prima de ficción de Sebastián Schindel –su socio en la productora Magoya y codirector de filmes como MUNDO ALAS y RERUM NOVARUM— llega también el debut ficcional de Fernando Molnar. SHOWROOM es una película acerca del choque entre los sueños de la clase media y la realidad, una historia que ironiza sobre los deseos de “pertenecer” frente a las necesidades cotidianas que son mucho más complejas y problemáticas.

Diego Peretti encarna a un hombre que acaba de perder su trabajo como animador de eventos y, con muchas deudas, no le queda otra que vender su casa e irse con su mujer e hija a vivir al Tigre, a una casa de fin de semana de un pariente con dinero que se la presta. Bastante deprimido y sin acomodarse nunca del todo al nuevo lugar, a Diego (el personaje se llama igual que el actor) se le suma una nueva oportunidad que es también una complicación: el mismo tío le ofrece un trabajo vendiendo unidades de un edificio palermitano en construcción, atendiendo lo que se conoce como el “showroom” de estos emprendimientos. Es la oportunidad de ganar algo de dinero, pero también la de alienarse aún más de su vida, su familia (es tan lejos ir y volver a Tigre cada día que empieza a quedarse a dormir en el “showroom”) y de entrar en un territorio de competencias y peleas (con otro vendedor más experimentado y hasta con los obreros que construyen el edificio en cuestión) que no pueden terminar del todo bien.

showroom-600x300SHOWROOM no se plantea como una comedia sino que intenta utilizar algunas situaciones humorísticas para disfrazar, si se quiere, lo que en el fondo es una situación bastante dramática y amarga. Y en eso ayuda, sin duda, el rostro pétreo de Peretti durante gran parte del relato, que genera momentos de humor siempre teñidos de una creciente mezcla de depresión y desesperación. La película va explorando la alienación de Diego, su necesidad de vender a toda costa (la promesa del tío es que la familia se mude a ese edificio una vez concluido) y cómo de a poco su familia se va adaptando a la nueva vida algo hippie en la naturaleza dejando en evidencia su creciente aislamiento.

Si bien la película no termina de ser convincente en todos sus rubros (algunas subtramas no están del todo logradas, como la de la relación con los obreros), logra constituirse como una interesante mirada crítica a las consecuencias de cierto espíritu competitivo de la clase media llevado al extremo, yendo desde lo económico hasta el miedo a dejar de pertenecer socialmente a ese grupo. Las interacciones de Peretti con los potenciales compradores de ese emprendimiento dejan en claro que el centro de la película pasa por ese lado: la clase media enfrentada a su propia confusión aspiracional, cuatro paredes de cartón en un barrio con onda o la nada misma. Quizás, parece decir Molnar en su opera prima, quizás haya otras opciones…