Sherlock Holmes

Crítica de Marcos Rodriguez - CineFreaks

Super Sherlock

Una primera aclaración para evitar malentendidos: los fanáticos, seguidores o simplemente quienes pretendan fidelidad a las novelas de sir Arthur Conan Doyle no deberían ver esta película. De la fuente original, Ritchie apenas ha conservado la ambientación, el nombre del compañero de aventuras, un violín (atonal) y una inteligencia casi sobrehumana para su protagonista. El lado positivo es que se intenta dar una vida nueva (aunque demasiado ansiosa de novedad) a un personaje que hacía mucho que no rondaba por la pantalla: se llega al extremo de aclarar en los créditos que los personajes de Sherlock Holmes y el Dr. Watson "aparecen en las novelas de Arthur Conan Doyle". Evidentemente, la película intenta atrapar públicos jóvenes y posiblemente lo logre. El lado negativo es que quien entre a la sala esperando ver "una de Sherlock Holmes" probablemente salga antes de que termine la función, completamente horrorizado.

Es sabido que una película histórica habla más sobre la época en la que fue filmada que sobre la época en la que supuestamente está ambientada. De esta forma, en el Londres del siglo XIX tenemos un Sherlock Holmes canchero, musculoso, moralmente cuestionable, "genial" en una visión un tanto trivial, de sexualidad liberada, que utiliza su inteligencia superior para deducir qué golpes serán más efectivos contra su adversario de pelea. De esta fórmula de ingenio "Sherlock Holmes más corporalidad exacerbada más charm" surge un nuevo personaje posmoderno que clama a los cielos por una secuela y que recuerda más al Iron Man que interpretara el propio Robert Downey Jr. que al ingenioso victoriano. Buena parte del personaje (y, sobre todo, de su relación con el Dr. Watson) recuerda muy de cerca al personaje de Dr. House de la serie televisiva (otra versión de Holmes que, a pesar de la actualización temporal y el cambio de profesión, es más fiel al concepto original de la resolución del enigma).

Hechas estas aclaraciones, podemos decir que a quienes les hayan gustado las anteriores películas de Guy Ritchie (entre otras, Snatch, cerdos y diamantes y RocknRolla) probablemente les guste también Sherlock Holmes. Tenemos de vuelta chistes cancheros, violencia superficial, trucos de cámara puestos para remarcar cuán cool es lo que estamos viendo (como los recurrentes ralenti que explican con detalle, para que nadie se lo pierda, lo que acabamos o vamos a ver). Ambientar una película en el Londres decimonónico siempre paga y Ritchie no se priva de mostrar unos lindos planos digitales de la ciudad.
Si con todo esto la película es disfrutable (y lo es) se debe exclusivamente a la presencia de Robert Downey Jr., gran actor resurgido de sus propias cenizas que, si bien no se aleja de un nuevo registro que ha encontrado (como dijimos, su actuación recuerda mucho a la de Iron Man), carga sobre sus hombros con el personaje del nuevo Holmes y con toda la película. Este Holmes no podría haber existido sin la sonrisa de Downey Jr. Jude Law probablemente nunca pasó tan desapercibido como en este momento, pero la muy linda Rachel McAdams llena muy bien su rol.

Como es de rigor, la película se cierra abriendo un futuro caso, a la espera de una secuela. Los productores, imaginamos, estarán listos para lanzarla al ruedo apenas sepan si a esta primera parte le va bien en el mercado. Todo hace suponer que va a ser así. Y si hacen una secuela, la iremos a ver con gusto.