Shaun el cordero

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Cordero de cine

Decir que veinte animadores trabajaron en esta película, produciendo dos segundos de la misma por día no dice si la película es buena o mala, pero sí habla a las claras de la dedicación artesanal y rigurosa que hay detrás de esta gran película llamada Shaun, el cordero. Esta animación cuadro a cuadro, preciosa por donde se la mire, llevó más de seis años en desarrollarse y sin estridencia pero de forma evidente, ahí radica gran parte de inusual belleza. No una película linda, sino bella. Los ridículos personajes, caricaturescos y humorísticos, destilan la mencionada belleza y los decorados poseen también una fuera de lo común original y personalidad. El personaje protagónico, Shaun, encara una aventura fuera de serie al salir de la granja en busca de aventuras, pero será el rescate de su amo lo que someterá a nuestro héroe cordero –y a sus compañeras de rebaño- a los mejores momentos del film. En épocas donde un film tan pero tan limitado como Minions lleva cifras récords, podemos recuperar acá varias cosas perdidas. En primer lugar un relato sólido, completo, donde nunca se detienen las acciones y donde todo fluye y se entiende. También se agradece la mencionada belleza, un valor de segunda línea para muchos cineastas que hacen películas familiares (le llamo familiar para indicar que a los espectadores de cualquier edad le va a gustar esta maravilla). No menos importante es el sentido del humor. Un humor gracioso, por momentos disparatado, por momentos sutil, siempre efectivo, es la forma más inequívoca de inteligencia que la película puede ofrecer. Los estudios Aardman y varios de sus colaboradores, creadores de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga, entre muchos films y series, entre las cuales figura la serie de Shaun the Sheep. El refinamiento estético, la inteligencia, el humor nunca ofensivo ni tampoco tonto, son las banderas que ha levantado el estudio y sus miembros. Siempre es una excelente noticia que una película como esta llegue a las salas. El consejo más que obvio es que hay que ir a verla. Es una verdadero oasis, una isla diferente a todo que nos permite disfrutar del cine. No hay diálogos en la película, las imágenes hablan por sí mismas. ¿Cuántas veces podemos decir algo así de una nueva película? De lo mejor del año en cine de animación, por supuesto.