Shaun el cordero

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Tres años han pasado ya desde la última producción de Aardman Animation Studios. Piratas! seguía la línea de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga en cuanto a clave de humor y animación. Y Shaun: El Cordero no es más de lo mismo, sino un perfeccionamiento del estilo que caracteriza a la compañía.

Contar una historia con la técnica de Stop-Motion no es fácil en muchos niveles. La animación de por sí es una tarea trabajosa que requiere de un particular talento y ojo. Y si además le agregamos que los guionistas decidieron prescindir del dialogo a lo largo de sus 85 minutos de metraje, bien podría decirse que el desafío de entretener a buena parte del público era doble. El rebaño protagonista está dotado de un carisma y una chispa que por momentos recuerdan a estrellas del cine mudo como Buster Keaton o el mismo Chaplin, pero más británico aun. Sus expresiones y movimientos no necesitan mucho más que un buen acompañamiento sonoro (como el que tiene) para decir mucho sin abrir la boca.

El miedo de que la película de la oveja Shaun se suceda como un episodio de la serie estirado forzosa y artificialmente se diluye cuando comienza la historia y en la migración de la oveja a la ciudad vemos un mundo de oportunidades bien aprovechadas por gags cortos que nunca pierden su funcionalidad a la historia principal.

El primer candidato al Oscar para la mejor película de animación del año se asoma con una cobertura de lana y pocas palabras para escuchar, y a la vez mucho que decir.