Shaun el cordero

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

Los entrañables personajes de Nick Park vuelven a la pantalla grande de la mano de la ovejita Shaun y sus amigos de la granja demostrando, una vez más, que la animación es una cuestión de chicos y grandes.
Así como lo hicieran con “Pollitos en Fuga” (Chicken Run, 2000) y “Wallace y Gromit - La Batalla de los Vegetales” (The Curse of the Were-Rabbit, 2005), los genios de Aardman Animations -con el productor Nick Park a la cabeza-, vuelven a sorprendernos con sus maravillosos personajes de “plastilina” en stop-motion y una historia tan sencilla y simpática que ni siquiera necesita de diálogos para hacernos reír y enternecernos por partes iguales.
Aquellos que estén familiarizados con el universo del amante del queso y su fiel compañero perruno, ya conocen al intrépido ovino que se ganó su propia aventura cinematográfica de la mano de los debutantes Mark Burton y Richard Starzak.
“Shaun el Cordero – La Película” (Shaun the Sheep Movie, 2015) es una comedia animada basada en la acción, los gags, algunas referencias pop y una gran banda sonora muy al estilo inglés, cuya mezcla da por resultado una simpática propuesta para toda la familia. Burton y Richard no necesitan de palabras para contar las aventuras de estos animalitos de granja que, cansados de la rutina, se meten en mil y un problemas que los llevan a la gran ciudad.
“Shaun” rescata el espíritu de los clásicos silentes, la comedia física, las melodías como herramienta y un sinfín de gestos y piruetas a cargo de los animados protagonistas. Acá no hay animalitos parlanchines, ni siquiera seres humanos que modulan una palabra inteligible, todo se basa en el fino humor inglés que se va hilando en una seguidilla de acontecimientos, de acciones y reacciones y, sobre todo, mil enredos.
Shaun y sus amigas lanudas están agotadas de la rutina y el apretado horario de la granja que hace rato perdió su diversión. Este desgaste también se nota en la actitud del granjero, que fue perdiendo el entusiasmo y ocultando su cariño hacia los animalitos.
El cordero decide patear el tablero y crear un magnifico plan para sacarse de encima a su dueño por un rato y gozar de las delicias del ocio y el descanso. Claro que las cosas no salen tan bien como lo esperaba y el granjero termina rodando cuesta abajo, hacia la gran ciudad, donde un accidente lo deja temporalmente amnésico y totalmente alejado de sus tareas de la estancia.
Bitzer, su leal canino, intenta seguirle los pasos para traerlo de vuelta, pero la culpa también invade a Shaun que rumbea hacia la metrópolis sin saber que allá la esperan un sinfín de aventuras, nuevos amigos, un malévolo personaje y la meta de recuperar a su dueño.
“Shaun” no es insolente, aunque juega un poco con el doble sentido, sigue la línea de sus predecesoras y se vale de los gags y cierto humor “inteligente”. Hay chistes escatológicos, pero también hay mil referencias para que disfruten los adultos, algunas tan sutiles que uno agradece la falta de subtítulos.
La ternura y la honestidad de sus personajes también juegan un papel fundamental en esta historia que no se priva de casi nada y nos hace lanzar carcajadas y “AWWWWW” con muy poco.
La gente de Aardman sigue demostrando que son los reyes en lo suyo, lástima que sus obras nos lleguen tan espaciadas. Pero cuando lo hacen son el refrescante perfecto entre tanta película animada en CGI que, a pesar de que muchas son geniales, carecen de ese toque más “natural” que suele brindarnos la técnica del stop-motion.

Dirección: Mark Burton y Richard Starzak
Guión: Mark Burton y Richard Starzak