Shaun el cordero

Crítica de Ernesto Gerez - A Sala Llena

Para los paladines del movimiento, de la militancia del laburo, de la producción constante (sea de un trabajo rutinario o de sus sueñitos mongoloides), tomarse un día libre es imposible, una cagada, es de débil vaguear; incluso lo piensa gente que suele estar en los bordes del hiperconsumo y por fuera de las ideas dominantes, pero que no escapa a la volteada masiva del liberalismo económico reinante a nivel global, al “time is money” del capitalismo salvaje, y no repara en la importancia del ocio, del no hacer nada. Shaun no, él ve una publicidad gráfica que lo incita a tomarse el día, a cortar con la producción, y ya fue, lo hace. Así arranca una de sus travesuras análogas a las que generaba en su serie inglesa, spin-off de los famosos Wallace & Gromit. A partir de la travesura genera -al igual que en Babe 2– que la granja se traslade a la gran ciudad. El granjero pierde la memoria y de casualidad -en una burlona visión de los héroes superficiales de nuestro entorno- se transforma en una celebridad menor mientras el grupo de ovejas, al mando de Shaun y el perro Bitzer, lo buscan tratando de zafar de la autoridad: un vigilante cazador, amo y señor de una cárcel para animales callejeros.

Explotada en detalles y colores, con una profunda textura de un fenomenal stop motion que tardó seis años en terminarse, y sin depender de la banca hollywoodense, Shaun, el Cordero: La Película es, ante todo, libre; un caso similar al de la perfecta Mary and Max del genio australiano Adam Elliot, otra stop motion que también venía de la periferia y que también superaba a muchas provenientes del núcleo duro de la industria de la animación, que este año tiene a la muy buena Intensamente como mascarón de proa. Lo determinante en Shaun es que propone un humor “buenas vibras” alejado de la acidez de la animación para adultos y de las canchereadas psicodélicas de la animación infantil actual; además de no pasarse de sensiblera ni molestarnos con lecciones morales sobre la familia o la superación de las dificultades, generando un producto verdaderamente ATP que no subestima la comprensión del imberbe ni incomoda a la genitalia canosa. La de Shaun es una historia directa (simple), muda (aprendan verborrágicos al pedo), con gags, slapstick, persecuciones, buena música (hasta hay chanchos bailando Primal Scream, compañeros) y el corazón más grandote del año.