Shame: sin reservas

Crítica de Juan Pablo Ferré - CinemaScope

Del sexo y otras adicciones

"Tu pene fue una revelación" le dijo Charlize Theron a Michael Fassbender ante el publico en una gala a beneficio y desató un runrún que ya se venía agigantando desde que se supo que Steve McQueen iba a filmar una película sobre un adicto al sexo: no hay dudas de que Shame no es para cualquiera.

Brandon es un neoyorkino exitoso cuya vida y costumbres se ven forzadas a cambiar cuando su díscola hermana menor se aloja en su departamento inesperadamente. Cualquier adulto sufriría un poco de una visitante repentina en su departamento de soltero, pero lo que a Brandon lo incomoda intensamente es perder esas horas de intimidad, en compañía o en soledad, esos momentos en donde puede liberar a su animal interior y despojarse de sentimentalismos, los ratos en los que solo de sexo se trata su vida. Y esos ratos son muchos...

Filmada con sobriedad y tesón, McQueen nos cuenta esta historia de adicciones que -si la despojamos del contenido de alto voltaje que caracteriza a la temática- no dista estructuralmente de cualquier otra película de adicciones: el personaje se muestra atribulado, dolido y va empeorando hasta tocar fondo, ese fondo al que solo un adicto puede llegar a considerar. La narración avanza con un ritmo lento pero sostenido, estructurada a partir de un drama poco convencional: a medida que la angustia de Brandon comienza a aflorar debido a la presencia de su hermana, el sentimiento de culpa lo va empujando a querer cambiar. Es en esa lucha interior en donde se produce la chispa que le da vida a este buen filme.

El joven director Steve McQueen logró hacerse un nombre en el mundillo hollywoodense con la audacia como su motor principal. En su segundo filme (el primero se llamó Hunger, sobre un hombre en prisión que lleva a cabo una huelga de hambre) logra un ambiente intimista a base de colores amarillentos y de iluminaciones inteligentes. Su dirección tiene logros (su manera inteligente de rozar la pornografía sin caer en ella, algunas escenas memorables, como la del trote nocturno) y desaciertos (en especial algunas escenas que no parecen llevar a nada y vuelven repetitivo el mensaje), pero sin dudas que el realizador sale muy bien parado de este proyecto. No hace falta decir que será uno de los directores a tener en cuenta a futuro.

Las actuaciones logran su cometido en todo momento: tanto Fassbender como Carey Mulligan (la hermana de Brandon) tienen momentos muy buenos en donde logran transmitirnos sus penas sin necesidad de ahondar en parlamentos complejos. Lo de Fassbender es sensacional por su desparpajo para ponerle el cuerpo y el alma a un personaje tan complejo como el de Brandon.

Un filme con muchas escenas fuertes, que exhibe mucho pero de manera justificada -aunque la escena sobre el final pareciera ensañarse y ser más larga de lo que debiera- y que trata a la adicción con la misma estructura que se la suele tratar en las películas que tratan este tipo de problemas, con una buena dirección de un director que promete y con un final que amaga y amaga, Shame es una película que mucho público desdeñará desde que lee la sinopsis, pero que al que se anima, le terminará dejando una buena impresión.