Shame: sin reservas

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

MIENTRAS EL CUERPO AGUANTE

Hastío, indiferencia, un cansancio existencial que solo el sexo alivia. Y Brandon acude a él, con enfermiza recurrencia, para combatir un tedio que lo supera. Es una de esas películas donde los personajes no necesitan más que sus obsesiones. Allí encuentra la angustia y una engañosa salida. El tipo consume sexo en varios formatos: por Tv, contratando prostitutas, visitando baños en busca de hombres o mujeres y masturbándose a toda hora. Hasta que aparece su hermana, extraviada también. Pero es la única que ruega por un poco de afecto en medio de un escenario donde solo hay lugar para lo momentáneo, lo violento, lo triste. Su hermana lo pondrá frente a la imagen de la familia y de los lazos duraderos. Y eso acabará sumiendo al protagonista en una crisis más honda. Será ella la que le mostrará que esa existencia transitoria y casual es parte de sus vidas y de su destino. Un filme que quiere decir más de lo que muestra. Exhibicionista, efectista, lánguido y algo impostado. "No somos malos, venimos de un lugar malo" le dice la desesperada hermana a este personaje que recurre maniáticamente a su cuerpo para que le dé noticias de que sigue estando vivo.