Séraphine

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

La sublimación del sufrimiento

Séraphine es un film francés, que se llevó siete estatuillas en la pasada edición de los Premios César. Es la historia de una artista, que en vida permaneció en el anonimato y cuyo transitar por el mundo fue un drama, que culminó en un manicomio.

En 1913 conoce como inquilino al coleccionista alemán Wilhelm Udhe, uno de los primeros compradores y críticos de Braque y Picasso. Este alquila un piso en Senlis, cerca de París, arribando a la casa para la cual ella trabaja. Por un acontecimiento particular logran establecer una comunicación inusual. Hasta que en una cena, él casualmente descubre una pintura de ella olvidada en el piso, con la cual queda maravillado. Desde ese momento establecen una relación de afecto y admiración recíprocos, que genera la propuesta de que se dedique sólo a pintar. Ese es el comienzo de una amistad y lealtad entre este marchante de vanguardia, fascinado por los pintores modernos e ingenuos, y una mujer solitaria cuya pasión es la pintura, contra viento y marea.

Con una fotografía y una música, de aquel Michael Galasso de “Con ánimo de amar” (“In the mood for love” de Worg Kar-Wai), que contribuye a sostener este film, por momentos moroso e insistente en la repetición de las imágenes y con una actuación sorprendente. Pero que, seguramente, no va dejar de conmover a ningún espectador.

Es cierto, que las historias de una gran mayoría de ciertos artistas que fueron consagrados a destiempo, con lo cual sufrieron en vida tanto la pobreza como la locura, no es una novedad. Pero este es un film recomendable por el tratamiento de su estética, los claroscuros, los primeros planos y la sensibilidad con que fue abordado.

Estamos en plena guerra mundial y las costumbres de un pueblo pequeño aparecen como un gran infierno, donde el abuso y el desprecio por los más necesitados es una práctica frecuente. Todo lo contrario, lo que abunda es un desprecio encarnizado por los que sufren la pobreza, y un poder inadecuado de las instituciones que se encargan de reprimir y de este modo anudarse al poder, llámese policía o medicina siquiátrica.

Creo que el papel que ocupa la naturaleza en la vida de la gente, como instancia comunicadora de energía de vida está presente, en múltiples aspectos de la vida de Séraphine, como también está presente la lealtad, la compasión de unos pocos y un clima entre asfixiante y perfecto para definir una personalidad solitaria en principio por abandono y luego por elección, alimentada por un misticismo singular.

Sin lugar a dudas, todo film que logre conmover al espectador ha logrado su objetivo primordial. Una vez Antonin Artaud en una entrevista realizada respecto a su opinión sobre el cine dijo: ”Si el cine no está hecho para traducir los sueños o todo aquello que en la vida despierta se emparenta con los sueños, no existe”. Si bien esta es la recreación de la vida de un personaje que existió en la realidad, está muy lejos de pretender ser un documento de la realidad, aunque el contexto social y político esté presente. Acá los sueños están representados por la creación, por el arte en sí. En todo caso por una realidad sublimada, la única que le permite a este ser humano escapar de aquella otra realidad que la tortura.