Sentimientos que curan

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hay oportunidades en que los títulos locales no tienen ninguna referencia al original y que, además, pueden llegar a repeler a la gente que por curiosidad se acerca a los cines y lee el nombre de un filme.
Nada más preciso que aquello que sucede con “Sentimientos que Curan” (USA, 2014), el almibarado nombre de telefilme que presentado por Virginia Lago con el que la distribuidora local rebautizó a “Infinitely Polar Bear”, una expresión que una de las protagonistas más pequeñas del filme utiliza para referirse a su padre, un enfermo maníaco depresivo llamado Cam (Mark Ruffalo) y a quien también con el correr de los años le han endilgado diferentes diagnósticos para clarificar lo que le pasa.
Cam vive con su mujer Maggie (Zoe Saldana) y sus dos pequeñas hijas (Imogene Wolodarsky y Ashley Aufderheide), y a pesar de provenir de una de las familias más ricas de los Estados Unidos, no recibe ayuda, por lo que deberán subsistir con el poco dinero que Maggie consigue en sus trabajos temporales mal pagos.
Pero mientras Cam sufre algunos episodios que los enfrentarán a la cruda realidad de darse cuenta que psicológicamente no está preparado para afrontar la realidad, a Maggie también se le revela la posibilidad de saber que otra vida es posible si ella toma la decisión de perfeccionarse en sus estudios, alejada de la familia, para así poder conseguir una fuente de dinero más grande y estable y que permita, además, que las niñas puedan acceder a una educación de calidad.
La directora Maya Forbes, debuta en el cine con una historia autobiográfica, en la que la increíble, sólida y potente propuesta, se despega de los convencionalismos narrativos con una puesta despojada de fórmulas y que privilegia las emociones a partir de la imagen (con una lograda reconstrucción de época) y de la música (la banda sonora será clave para enfatizar emociones y sentimientos de los protagonistas).
Cuando Maggie se aleja de sus hijas, y deja a Cam a cargo de todo, sabe que de esa decisión se desprenderá el futuro de la familia. Una prueba que deberán sortear sabiendo la importancia de la educación como meta para poder lograr obtener en el plano material cierta estabilidad, pero también en lo emocional.
Cam se pone a prueba a sí mismo, y logra establecerse con su rol de padre disfuncional, brindándoles a sus hijas lo necesario para que puedan crecer de una manera creativa y mucho más libre.
Con el correr de los minutos “Sentimientos que curan” pasa del biopic tradicional con protagonista con algunos problemas a una película que bucea en la relación y vínculo entre padres e hijos para elevar su propuesta hacia un plano en el que los obstáculos tan sólo son parte de la vida y se superan a fuerza de perseverancia y creatividad.
Maggie regresa de tanto en tanto al universo de Cam, Faith y Amelia, y en el que a pesar de los reclamos e inconsistencias que encuentra en él, sabe, en lo profundo, que es lo mejor que sus hijas pueden tener.
“Sentimientos que curan” es una agradable sorpresa, con una increíble interpretación de Ruffalo como este hombre bipolar que debe superarse para poder recuperar a su familia, pero que también encuentra en las jóvenes intérpretes (revelación y también descubrimiento) el apoyo necesario para que Forbes pueda hablar de su historia desde un lugar luminoso sin victimizarse.