Señales de humo

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

El realizador Luis Sampieri (aquí la entrevista) cuenta que su descubrimiento del arriero Mario Reyes se dio en dos partes o episodios. Primero hace unos treinta años, cuando éste lo llevó junto a unos amigos a la cumbre de un cerro. Luego hace unos siete cuando, residiendo en un pueblito de Catamarca, fue a reclamar por el servicio interrumpido de Internet. De la empresa le contestaron que se había cortado debido un temporal y había que esperar a que un técnico acompañado de un arriero subiera al cerro a reparar la antena. Ese arriero era Mario Reyes. De ese segundo encuentro (o más bien reconocimiento) que resignificó al primero, Sampieri obtuvo su próxima película y obviamente su protagonista. Señales de humo es la puesta en escena de esa misión.

El film arranca con las tareas diarias de Mario, quien tiene un rol activo en la comunidad del pueblo de Amaicha del Valle, Tucumán. Pero no se trata de un día cualquiera porque la conexión a Internet se corta produciendo un pequeño revuelo en la zona. Es entonces que a Mario se le encomienda acompañar al Ingeniero de la compañía para que éste repare la antena que se encuentra en una zona aislada a cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Allí parten ambos en un viaje por una geografía hermosa pero inhóspita. En ese terreno la naturaleza es la que manda y en esta odisea en busca de restablecer los canales de comunicación de la modernidad hay que hacer frente a la altura, el viento, el frío, la lluvia y la niebla. Más aún, llegar a destino no necesariamente implica el fin de la peripecia.

Suerte de documental ficcionalizado o ficción con elementos de documental, con tomas largas, planos cuidados, atención al paisaje, los rostros y las tareas más cotidianas, recuerda en algunos pasajes a los primeros films de Lisandro Alonso. Sampieri hace que Reyes se interprete a sí mismo reproduciendo una tarea para él conocida. Paralelamente se muestran diferentes situaciones y personajes del pueblo, sus rutinas interrumpidas y sus reclamos para continuar una vida ya habituada a la virtualidad. Una forma de mostrar las formas en que se da la comunicación contemporánea, donde la tecnología es algo cotidiano y naturalizado incluso en estos contextos alejados de los grandes centros urbanos y presuntamente más naturales.

De lo que se trata finalmente es del contraste entre lo viejo y lo nuevo, pero en donde la relación entre ambos no se da sólo como un choque. Uno no anula al otro ni tampoco puede reemplazarlo completamente. Donde este contraste y a la vez continuación se observa claramente es en la imagen de una mula llevando en su lomo la antena parabólica mientras trepa la montaña. La tecnología llegó para quedarse pero lo viejo persiste, ambos términos, representados también por sus dos protagonistas, coexisten. La naturaleza sigue dictando sus reglas (un temporal puede cortar la señal de miles de kilómetros y dificultar su restablecimiento) y los saberes más antiguos, incluso ancestrales, siguen vigentes: el conocimiento del terreno por parte del arriero, la lectura de las nubes para determinar su posible comportamiento, las formas de medición más precisas en comparación con las menos confiables de los equipos actuales según señala el Ingeniero concluyendo que “por ahí, quien te dice, hay que creerle a los viejos”. Incluso entran en esta categoría las señales de humo del título, que el dúo protagónico utiliza para avisar que llegaron bien a destino.

Sampieri plantea esta dualidad pero no lo hace de manera maniquea, incluso si se permite señalar cómo nos hemos vuelto dependientes de la tecnología. Muestra que las cosas son complejas, que ambas formas se superponen y, aun en conflicto, deben convivir al mismo tiempo.

SEÑALES DE HUMO
Señales de humo. Argentina. 2020
Dirección: Luis Sampieri. Elenco: Mario Reyes, Cecilio Condori, Rodolfo Abella, Jorge Mercado, Gustavo Zalaza “Kopo”. Guión: Luis Sampieri. Fotografía: Mauricio Asial. Montaje: Luis Sampieri. Dirección de Sonido: Martín Litmanovich. Música: Karina Martinelli y José Sanutucho. Producción Ejecutiva: Rodolfo Durán. Jefa de producción: Patricia Salvadeo. Duración: 72 minutos.