Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Joya uruguaya animada

De a ratos parece que hubiera vuelto el celebrado programa de televisión Caloi en su tinta. Y no es errado. Walter Tournier, el uruguayo responsable de la película Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe, es un artesano que desde hace décadas se dedica a la animación. Este es su primer largometraje pero ha dirigido numerosos cortos, uno de los cuales fue elegido como filme destacado del siglo XX por el Festival de Annecy, Francia, una de las vidrieras más famosas del género y una de las fuentes de donde bebía el ciclo del Negro Caloi, el creador de Clemente.

Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe tiene cosas entrañables, como por ejemplo la recreación del pueblo, de la taberna, del galeón y de las técnicas de supervivencia de Selkirk, por caso lo de cocinar huevos de tortuga para el almuerzo, usando una almeja como sartén.

Utilizando la añeja técnica del stop motion, con figuras que bien podrían haber sido realizadas con plastilina o parsec, Tournier se las arregla también para recrear detalles deliciosos que van desde el metal de las pintas de cerveza, hasta los baldes de madera de donde los piratas se sirven el agua racionada cuando están en altamar, pasando por todo lo que pueda imaginarse el lector o espectador como parte del universo de las historias de piratas.

El argumento está inspirado en hechos bastante ciertos que la historia recogió, y que cierto literato famoso llevó al terreno de la novela. En el año 1703, un marinero escocés llamado Alexander Selkirk discutió con el capitán de su barco y fue abandonado durante más de cuatro años en una isla desierta. Se habla también de un tal Pedro Serrano, que sumado al anterior habría servido de inspiración para que el escritor Daniel Defoe montara al personaje de su libro Robinson Crusoe.

Selkirk, la película, recrea la aventura del escocés con solvencia, con ductilidad, y con una enorme cantidad de pequeños grandes aciertos, que hacen muy entretenido el viaje junto a los marineros y de a poco dan forma al contenido de la trama: la vivencia de un hombre egoísta al cual el hecho de quedarse solo le enseña unas cuantas lecciones.

Acaso la musicalización, no del todo pareja, y la resolución de alguna escena (como la del naufragio) donde falta espectacularidad (o un recurso ingenioso como los tantos que en otras partes muestra la película), sean los aspectos mejorables de este trabajo que, de todos modos, es una gran y excelente noticia para el mundo de la animación latinoamericana.