Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe

Crítica de Damián Serviddio - Suplemento Espectáculos

En Londres de 1690, la tripulación del galeón “El Esperanza” intentará hallar el botín más impresionante jamás buscado: el tesoro que cargaba en hundido barco Manila. Este grupo de piratas, entre los que se encuentra el experto en cartografía Selkirk, cruzará el Océano Atlántico y deberá atravesar el Cabo de Hornos para lograr parte de su misión. Pero el barco esconde un secreto y las ambiciones harán que una isla desierta sea el nuevo hogar de Selkirk.

Primer largometraje realizado en Uruguay mediante la técnica de stop motion, esta coproducción de la que también participaron Argentina y Chile, acierta en su doblaje neutro y libre de modismos pero pierde al momento de elegir su público meta. Aún rústica la implementación de la compleja técnica y con una notoria falta de fluidez en la transición de diversos fotogramas en varios pasajes de la historia, la ausencia de una buena banda sonora también atenta contra la concentración de la audiencia. Para cuando nuestro protagonista se convierte en náufrago ya hace rato que perdimos el interés en él.

Una curiosidad: que el barco acechado por los corsarios -en un claro intento por hacerlo naufragar- sea el Concordia es sólo una ironía del destino. La producción de esta película comenzó en 2009, años antes de que el capitán abandonara el crucero.