Secretos de una obsesión

Crítica de Mariano Torres - Fuera de campo

Siendo que la comparación es prácticamente inevitable, conviene no darle demasiadas vueltas al asunto y entrar de lleno en la contienda: ¿es mejor Secretos de una obsesión que El Secreto de sus ojos? Claramente no (vale aclarar que quien escribe no es un fanático tampoco del original) pero eso no es sorpresa alguna: el avance de esta versión anunciaba ya desde el vamos más que una remake una mera trasposición idiomática. Y es que la visión de Billy Ray (codiciado guionista responsable de Capitán Phillips y Los Juegos del Hambre) descansa en lo que se asimila apenas a un doblaje, pero hecho por el bot más rudimentario de “google translator”. Hay momentos en los cuales uno se pregunta si, en el proceso de adaptar situaciones del guión original a la versión 2015, habrán entendido los responsables siquiera de qué se trataba inicialmente la película.

Lo esencial está todo ahí, y realmente los cambios son nimiedades que, sin embargo, juegan en contra. No existe el personaje de Guillermo Francella (o, mejor dicho, aquí se ha desdoblado en otros dos), no hay plano secuencia en cancha de fútbol pero sí toma aérea en cancha de baseball, no hay dictadura y triple A sino terrorismo y Seguridad Nacional, y un largo etcétera que apenas funciona lúdicamente para aquellos que gusten de jugar al “encuentre las siete diferencias”. Pero, vale insistir, el argumento es el mismo y las variaciones mueren en detalles. Ray (un deslucido Chiwetel Ejiofor en el rol anteriormente interpretado por Ricardo Darín) s un agente del FBI al cual le toca la dura tarea de investigar el asesinato de la hija de una compañera (Julia Roberts). Bajo el mando de Claire (Nicole Kidman, en el ex-papel de Soledad Villamil), se calza al hombro una obsesión que, tras doce años de insomnio, le arroja un par de endebles pistas que piden a gritos reabrir el caso. La investigación vuelve a tomar su sinuoso camino, y entre flashbacks y montajes quebrados, la trama se desenvuelve con los típicos artilugios del más elemental de los policiales negros: traiciones, secretos ocultos y un misterio que, claro, en parte ya se sabe cómo termina. En un segundo plano, aunque no del todo perdido, queda el trunco romance de los protagonistas.

No hay así grandes sorpresas, y las variaciones (final incluido) llegan tarde y de manera caprichosa. Secretos de una obsesión no es una película mala, apenas una olvidable. Y, desde la razón de su existencia (aparentemente, la eliminación de los subtítulos para los países de habla inglesa), también es una obra completamente innecesaria.