Secretos de una obsesión

Crítica de Guillermo Monti - La Gaceta

Correcta versión, pero lejos del original Ray Kaste

Ray Kasten dedicó 13 años a rastrear al asesino de Carolyn Cobb, la hija de su amiga policía. Cuando encuentra una pista regresa al lugar de los hechos. Habrá difíciles reencuentros y momentos de tensión.

La carga de subjetividad con la que cualquier espectador argentino abordará “Secretos de una obsesión” es un condicionante serio. De esa mochila prescinden quienes no vieron “El secreto de sus ojos” (la abrumadora mayoría del público estadounidense, por ejemplo). El de las comparaciones es un juego inevitable de este lado del universo cinéfilo, y vale apuntar que el esfuerzo de Billy Ray por respetar y preservar la película de Juan José Campanella salta a la vista. El suyo es un thriller actractivo y bien contado, en línea con la producción en serie de los grandes estudios. Pero está lejos de una película notable como “El secreto de sus ojos”, merecedora de un Oscar y del aplauso internacional.

Ray llevó la historia a Los Ángeles y cambió el trasfondo del terrorismo de Estado argentino por los sacudones que produjo el 11-S, mientras que la pasión futbolera del asesino mutó por afición al béisbol. Aquí la víctima es la hija de una policía (Julia Roberts) y al investigador empedernido lo juega un agente del FBI retirado (Chiwetel Ejiofor). Espejos de aquellos personajes obsesivos que interpretaron Pablo Rago y Ricardo Darín. Nicole Kidman repite el papel de Soledad Villamil, la funcionaria judicial involucrada en el caso, y hasta hay un policía (Dean Norris) en sintonía con el entrañable Pablo Sandoval que hizo Guillermo Francella.

Ray narra despacio, sin estridencias. Dos historias fluyen -la pasada y la actual- en un crescendo dramático bien respaldado por las estrellas que integran su elenco. Es el camino hacia un final sin vueltas de tuerca. Claro, no podía darse ese lujo.