Secretos de una obsesión

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

El film, una remake de "El secreto de sus ojos", cuenta con la producción ejecutiva del mismo Campanella y entrega una historia de suspenso con giros y cambios en la que se lucen sus protagonistas.

Secretos de una obsesión es la adaptación norteamericana del film nacional El Secreto de sus Ojos, ganador del Pemio Oscar, y cuenta con la producción ejecutiva de Juan José Campanella mientras el timón lo toma el director Billy Ray -el mismo de Capitán Phillips-.

Este es un relato de suspenso, un thriller que va entrelanzando pasado y presente para contar la historia de una investigación que se desata en torno a un crimen pero no en el contexto en el que lo hacìa el film original, sino en un territorio marcado por las luchas antiterroristas.

Dos investigadores del FBI, Ray -Chiwetel Ejiofor, el actor de 12 años de esclavitud- y Jess -Julia Roberts-, junto a la fiscal de distrito, Claire -Nicole Kidman-, descubren el crimen de la hija adolescente de Jess. Trece años más tarde y luego de haber buscado obsesivamente al asesino, Ray encuentra una nueva pista que lo conduce a resolver el caso.

Una trama llena de secretos, obsesiones, apariencias engañosas y venganza se pone en marcha y se extiende a través del tiempo en este film llevado con ritmo y sin demasiadas sorpresas.

En el papel que antes hacía Ricardo Darín aparece Chiwetel Ejiofor, el hombre obsesionado por llegar a la verdad aunque eso cueste su prestigio; Dean Norris es el ayudante del protagonista en un rol que antes encarnó Guillermo Francella y la misma Julia Roberts lleva adelante una buena labor interpretativa -totalmente desencajada- como la madre que perdió a su hija, en un cambio de sexo con respecto a la historia orginal donde Pablo Rago cubría ese papel. También aparece en la pantalla un convincente actor como Alfred Molina.

Hay una escena en un ascensor que concentra tensión, la persecución del adolescente sospechoso que mantiene la intriga y también está la esperada secuencia de la cancha de fútbol y un final que se extiende más de lo debido y resulta más explícito que el visto en la película ganadora de la codiciada estatuilla de Hollywood.

Si bien cumple su cometido está lejos de los climas logrados en la versión original, en la que el contexto local era reconocible. Las comparaciones son odiosas y acá buscar las diferencias y similitudes es una tarea para los espectadores argentinos.