Secretos de estado

Crítica de Rosa Gronda - El Litoral

Una fábula moral vertiginosa y negra

Escrita, dirigida y protagonizada por George Clooney, la película pone su eje en las intrigas que pululan desde el centro de una campaña electoral para alcanzar la presidencia en EE.UU.; aunque queda muy claro que las resonancias son universales y atemporales. Precisamente, el título original alude a los Idus de Marzo de la antigua Roma, que a partir del asesinato de Julio César se convirtieron en una emblemática alusión a las traiciones en política para llegar al objetivo.

Con intensidad vertiginosa, se cuenta una historia figurada, situada en un tiempo presente con elementos clásicos y conocidos pero suficientes como para desnudar el rostro miserable del camino hacia el poder, siendo imposible no relacionar la trama con la más candente actualidad.

La película expone la hiperactiva trama de asesores en torno a dos candidatos presidenciales antagónicos: uno demócrata, Morris (interpretado por Clooney) y otro por el partido republicano.

Resulta interesante, aunque en todo momento se manejen nombres ficticios, el hecho de que los brillantes discursos, las apariciones televisivas del gobernador que encarna Clooney, recuerdan sobremanera a la campaña del actual presidente norteamericano.

El punto fuerte de la película son las interpretaciones: Stephen Meyers (Ryan Gosling) como un joven periodista, moderno discípulo de las artes de Maquiavelo. A su alrededor se lucen las actuaciones de Phillip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood, creando una atmósfera teatral que recupera el espíritu de la obra de Beau Willimon en la que está inspirado el guión, candidato a su vez como una de las mejores adaptaciones al cine.

Retratos feroces

La película expone una descripción realista de debilidades vergonzantes, aunque sin apelar al maniqueísmo entre víctimas o verdugos. Todo es negro y parejo, con humor ausente, aunque el film destila una de sus derivaciones más sombrías: el cinismo irónico.

Inicialmente vemos al carismático personaje de Steve, totalmente abocado, entregado y convencido de una campaña que promete un proyecto capaz de cambiar el horizonte político estadounidense. El punto decisivo es el resultado en el estado de Ohio, donde quien logre las mejores alianzas se perfilará adelantadamente como ganador y precisamente en este momento crucial, su relación con una joven pasante de veinte años y una propuesta del manager que lidera la campaña rival le dan un vuelco a sus ideales mientras se suceden a su lado inesperadas traiciones.

La película tiene una perspectiva crítica, satírica y despiadada pero el modo en que tanto demócratas como republicanos son expuestos en todas sus debilidades y bajezas evita cualquier enfoque interesadamente partidista. Como pocas, la película no deja un solo personaje con el que tener empatía ni compasión: es cínicamente nihilista. Cada conversación, cada silencio, cada gesto, componen un mundo falso, otros rostros debajo de las máscaras.

Con sus puntos de giro y sus tres actos, la narración es totalmente clásica y muy ágil, prefiriendo las elipsis en honor a la brevedad antes que detalles. Tiene un cuidado tratamiento cromático que acentúa las sombras y acerca la película a la estética del policial duro.

Aunque el film no posee la capacidad de denuncia que se presupone para un actor comprometido con varias causas políticas y humanitarias como Clooney, igualmente adquiere la estatura de una fábula moral sostenida con la solidez de las actuaciones con secuencias de un carácter narrativo brutal, en las que no se dice ni una sola palabra: pequeñas escenas que engrandecen la trama.

El argumento incluye una línea melodramática a través del personaje interpretado por Evan Rachel Wood, algo confuso y sin la hondura necesaria para su incidencia, determinante en el desarrollo de los hechos.

Clooney se encuentra entre los actuales realizadores más respetados de Hollywood y tal vez por eso se espera aún más profundidad, particularmente en la revelación principal, quedando la película algo fría y corta como crítica política, lo que no le resta interés ni filo a una mirada muy vigente sobre los oscuros caminos que conducen al poder.