Scream

Crítica de Francisco Mendes Moas - Cine Argentino Hoy

No es una novedad que las carteleras actualmente están llenas de franquicias que el público ya conoce. Secuelas, precuelas, spin-off, reboots y remakes abrazan al espectador dándole algo que ya conoce. Lo cual hace que cada vez se haga más difícil para aquellas películas originales, sin anclajes en ningún otro medio, ni hablar las que poseen cualquier tipo de búsqueda artística. Muchos opinan que Hollywood se quedó sin imaginación, o tal vez simplemente le gusta muchísimo el dinero fácil.

Y al igual que en los años noventa, aparece una película de “Scream” para mancharnos de sangre al tiempo que se burla del momento que transita la industria. La nueva entrega de la saga, dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, llega a las salas de cine el próximo jueves 13 de enero. Sin intenciones de reformular las reglas o el universo al que pertenece Ghostface. Sino que de una manera socarrona y condescendiente, utiliza la misma receta que la película original. Al igual que un gran chef, logra que se sienta fresca y radiante.

Sam se ve obligada a regresar a su pueblo natal luego de que su hermana fuera atacada a puñaladas por alguien. El modus operandi utilizado para el intento de asesinato es conocido. Una llamada de un desconocido, el cual comienza a jugar con su víctima hasta que por fin logra clavarle su cuchillo. Una reversión del clásico de terror que supo darle una segunda vida al extenuado género slasher.

Lo que salva a esta versión de ser una burda copia de la película original, es lo mismo que hizo a la primigenia tan gloriosa, su autoconciencia. Todo el tiempo los personajes saben que están en una película de terror con asesinos y conocen sus reglas. Por lo que las relaciones sexuales estan prohibidas, nadie quiere separarse del grupo y sobre todo hay dos palabras que no deben pronunciarse nunca: ahora vuelvo.

A todo esto debemos agregarle que todos sus personajes se saben habitando una secuela/reboot. Por lo que toman como referencia los hechos de la Scream original, que en este universo es una película llamada Stabs. Generando un morboso juego donde los personajes todo el tiempo empujan los límites del metalenguaje. Sobre todo aquellos clásicos intérpretes que vienen de entregas anteriores y saben cómo funciona la matanza de Ghostface.

Por supuesto que la comedia y las burlas no faltan. Si la primera era una sátira al slasher explotation de los 80s, ahora nos burlamos de los fandoms tóxicos de las películas, generados sobre todo en internet. La era de las sagas no sale endeble de las críticas e incluso el mismo Hollywood y su negocio de secuelas (del cual esta entrega forma parte) recibe lo suyo.

La discusión entre terror de baja calidad, como se cataloga a las de este tipo, siendo inferior a el nuevo terror de altura se plantea desde un comienzo. Pero Scream, no hace más que refutar esto a lo largo de la trama, demostrando que ambos pueden existir en simultáneo. Sumándole unas buenas cantidades de gore, litros de sangre a borbotones, que tanto entretienen en este género.

Al igual que Ghostface, la trama tropieza sobre el final. Pero es algo que suele pasar y a lo que los espectadores estamos acostumbrados. “Scream” no solo es un festín de referencias para los seguidores de la mítica saga, sino que además un tributo glorioso a todo lo que generó su versión original. Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett consiguen realizar la segunda mejor entrega de todas las Scream, ya que la primera es la piedra fundacional. Brindando niveles colosales de entretenimiento.