Scream 4

Crítica de Nicolás Spalek - A Sala Llena

What´s your new favorite scary movie?

Hace 15 años la escena del cine de terror en general –y del subgénero slasher en particular- estaba adormecida. Aunque es un género que se reinventa cada década, que el denominador común sean los asesinos seriales había provocado una caída en la originalidad y erosionado el interés del público. Hasta que en 1996 llegó Wes Craven, responsable de otro serial killer como Freddy Krueger. Craven el año anterior hizo una comedia con tintes de terror –Un Vampiro en Nueva York (Vampire in Brooklyn, 1995)- así que ya estaba un poco en el camino de descontracturar el género. Junto con el guionista Kevin Williamson, lo lograron sin querer queriendo con la autoconciente, divertida y refrescante Scream (1996). Con la primer película de Ghost face, el asesino encapuchado con una máscara de fantasma, el veterano director hizo borrón y cuenta nueva. Estableció nuevas reglas, reconoció las históricas, y marcó el camino durante los siguientes años, hasta que luego llegaron Hostel (Hostel 2005) o El Juego del Miedo (Saw, 2004) haciendo de la tortura y lo explícito el estándar.

Pero lo que nos corresponde es esta cuarta entrega, y posible comienzo de una nueva trilogía. Pasaron diez años y Sydney Prescott, una de los sobrevivientes de las tres masacres previas, ahora es una autora de libros de autoayuda. Sydney vuelve a su pueblo natal de Woodsboro para promocionar su más reciente libro. Allí se encuentra con sus viejos amigos también sobrevivientes el comisario Dewey Riley (David Arquette) y la ex periodista con bloqueo mental Gale Weathers (Courteney Cox). Apenas llega Sydney, las muertes empiezan a sucederse. Pero no lo hacen de manera azarosa, por supuesto que todo asesino serial psicópata tiene detrás un plan que justifique todo, sino que están siguiendo el mismo patrón que hace 15 años, cuando se estrenó la primer película. Es decir, el asesino está haciendo una remake.

Así como La Red Social (The Social Network, 2010) retrata el espíritu de la juventud de esta época, Scream 4 se adapta a estos tiempos de Internet 2.0. Ahora la información corre por twitter de manera instantánea y hay aplicaciones en los celulares que permiten hacer la voz de Ghost Face. Para Craven Internet cambió hasta la manera de cometer asesinatos.

Cuando el personaje de la publicista le confiesa a Gale Weathers cuanto la admira, y que ella fue “sus noventas”, Craven le quiere demostrar a sus personajes cuanto tiempo pasó para recordales que si ellos no se ponen a tono con el zeitgeist, es tiempo de entregar la antorcha. Esa publicista es una muestra demográfica de su público, el mismo que es fanático de Stab (la saga ficticia de películas basadas en la masacre de Woodsboro). Y Craven sabe que su audiencia creció con él, los conoce, pero que no es la misma que hace años.

Una de las mejores cosas de Scream 4 es la sutileza para los guiños que tiene Craven. Le manda saludos a colegas contemporáneos (Carpenter, Romero), a maestros (Argento) o a quienes pueden tomar la posta del género (Rodríguez). POSIBLE MENCIONAR CON MÁS CLARIDAD GUIÑOS.

Scream 4 es una gran broma que hacen Craven y su guionista Williamson. Desde la secuencia de apertura –uno de los puntos alto de la película- se burlan de las películas “importantes e inteligentes” a la El Origen (Inception, 2010), de la cultura que busca sus 15´ de fama a cualquier precios o de si mismos (una policía bizca no puede ser tomada de otra manera). No es una reinvención de la saga, sino más bien una actualización como para encarar la nueva década.