Satanic: El juego del demonio

Crítica de Martín Escribano - ArteZeta

LOS PARCHÍS DEL HORROR

Es habitual que algunos actores de la televisión incursionen en películas de terror olvidables cuando saltan a la fama. En esta ocasión la carilinda aunque visiblemente constipada Sarah Hyland (Modern Family) ha unido fuerzas con debutante Jeff Hunt, de abultado currículum en el mundillo de la TV (ha dirigido varios capítulos de CSI: NY, Fringe y Person of Interest, entre otras), para aburrirnos durante los 85 minutos más largos de nuestras vidas.

Cuatro amigos van camino a Coachella y deciden parar en Los Ángeles para hacer algo así como “turismo satánico”. Eso incluye visitar la casa donde fue asesinada Sharon Tate, algunos negocios adeptos a las artes oscuras, un registro civil donde las parejas hacen votos frente a un sacerdote diabólico y hospedarse en hoteles donde hubo asesinatos en los que el diablo metió la cola. Persiguiendo a uno de estos seres del bajo astral (en este caso, un pelado que amenazó al grupo con una navaja pero al que pintó seguir a-ver-qué-pasa-total-estamos-tan-al-pedo-que-fumar-porro-ya-no-divierte), se topan con una tal Alice, a quien salvan de una ceremonia macabra (y, pobrecita, ya que estamos invitémosla a dormir con si total-no-la-conocemos-pero-tiene-cara-de-buena-y-capaz-pinta-partuza) pero quien luego les propone sumarse a otra. Con la maquiavélica incursión de la recién llegada, ahora el grupo es de cinco así como cinco son las puntas de la estrella invertida que representa a los satanistas. La suerte de los Parchís del horror está echada.

La perversa Alice habla del infierno como una “hermosa confusión” pero en Satanic no hay ni belleza ni desconcierto. Hay, con suerte, cierto hedor a aburrimiento que se desprende del soso y previsible guión a cargo de Anthony Jaswinski (Miedo profundo, actualmente en cartelera, también ha sido escrita por él, ¡oh, maligno!) Acaso la única sorpresa, involuntaria, llegue al final. No porque haya una vuelta de tuerca rimbombante sino porque, tomen nota, los celulares siguen funcionando aún en el infierno. Cosa ‘e mandinga…//∆z