Santiago, Italia

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Con Santiago, Italia, Nanni Moretti vuelve al cine político, aquí, con un documental rodado, como indica el filme, en Santiago y en Italia.

Pero también y primordialmente, el título hace referencia a la afinidad creada entre sobrevivientes del golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 y la Embajada de Italia en Santiago de Chile.

Y que les dio más que refugio: los salvó de la muerte, permitiéndoles luego ingresar a Italia, donde muchos encontraron trabajo, vivienda y donde aún hoy viven -por momentos, salvando distancias, cuando se cuenta cómo salieron de la Embajada en un micro y tomaron un avión, remeda a Argo, de Ben Affleck, también basada en hechos reales-.

Por un lado, el documental del director de Caro diario y La habitación del hijo es del tipo “cabezas parlantes”. Chilenos, y varios diplomáticos italianos que estaban en la Embajada cuando derrocaron al presidente marxista, elegido por la legitimidad del voto popular, cuentan aspectos increíbles y curiosos de cómo fue que saltaron el muro de la Embajada para salvar sus vidas.

También, Moretti -que reconoce a un ex militar chileno que su mirada, la del director, no es imparcial- es didáctico y permite que unos y otros expliquen el porqué del Golpe (el cobre, como razón económica, el apoyo del gobierno de los Estados Unidos -el éxito de una presidencia socialista podría ser un pésimo ejemplo si se imitara en Francia o Italia) y cómo el poder económico y militar, y los medios de comunicación complotaron contra Allende y su gente.

Eran 250 refugiados, y muchas de las historias que se cuentan, entre ellos la del cineasta Patricio Guzmán, atestiguan y demuestran la locura desatada por los militares bajo el mando del dictador Augusto Pinochet.

Hay imágenes documentales del Estadio Nacional, suerte de campo de concentración donde miles de ciudadanos chilenos y extranjeros fueron primeramente privados de su libertad, de la embajada y del bombardeo a la Moneda, el palacio presidencial.

Si a ojos argentinos mucho de lo visto nos recuerda a nuestra historia, el valor del testimonio grabado reviste una fuerza portentosa.

Santiago, Italia tiene una corta duración, pero todo lo que perdurará en la mente de sus espectadores no puede medirse con la vara del tiempo.