Santiago, Italia

Crítica de María Bertoni - Espectadores

A contramano de lo que sugiere el afiche de Santiago, Italia, Nanni Moretti aparece poco en escena y su voz se cuela rara vez, a modo de repregunta pertinente. En realidad el póster remite al inicio del documental, cuando el realizador observa la capital chilena a una altura considerable, de espaldas a la cámara. Ese plano general le abre paso al registro de una manifestación callejera en la misma ciudad y, se presume, en el marco de un aniversario del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. El largometraje concluye con los integrantes de una banda de música popular chilena mientras ejecutan sus instrumentos al aire libre, en algún rincón del país trasandino.

Entre esas dos porciones de presente, Moretti nos traslada, primero, al Chile entusiasmado con la victoria electoral y las primeras medidas gubernamentales de Salvador Allende, luego, al Chile copado por el ejército nacional que derrocó al Presidente constitucional. Son dos los vehículos de este viaje al pasado: un material de archivo sobre todo televisivo, y los testimonios de una docena de víctimas, de dos verdugos de la dictadura comandada por Augusto Pinochet y de dos diplomáticos italianos que intervinieron en las gestiones de asilo político.

El autor de La cosa, Palombella rossa, Caro diario, Abril, La habitación del hijo, El caimán, Habemus Papam, Mia madre dosifica con tino el tiempo que le dedica al contexto histórico del objeto que le interesa abordar: la solidaridad italiana con los chilenos perseguidos a muerte por los perpetradores del golpe de Estado. La decisión de circunscribir este repaso histórico a Santiago corre el riesgo de ser criticada porque omite información que enriquecería la descripción de la empatía política señalada. A algunos espectadores nos resulta coherente con la intención de Moretti de dirigirse especialmente a sus compatriotas; desde esta perspectiva no parece necesario siquiera aludir a la Italia gobernada por Giovanni Leone y Alessandro Sandro Pertini.

En varias ocasiones, Nanni explicó el doble propósito de este trabajo. Por un lado, señalar el cambio de conducta del Estado y los ciudadanos italianos en el transcurso de las últimas cuatro décadas. Por otro lado, invitar a analizar qué sucedió con la sensibilidad y solidaridad de antaño, cómo se llegó a un presente signado por la hostilidad hacia las víctimas de otros regímenes asesinos.

Es posible que esta interpelación le pase inadvertida al público que desconoce aquellas declaraciones. En ese caso, Santiago, Italia cumple con otros dos objetivos fundamentales: dar cuenta de la envergadura del daño que el terrorismo de Estado provoca en sus víctimas, y denunciar una insensibilidad generalizada o globalizada, por lo tanto irreductible al país de Moretti.