Santiago, Italia

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Luego del golpe de Estado de Augusto Pinochet del 11 de septiembre de 1973, la embajada italiana en Santiago de Chile cumplió un rol notable, histórico. Y hacia ese hecho, hacia esa multiplicidad de relatos individuales, se dirige con decisión Nanni Moretti para hacer -una vez más- cine político, de ese que puede observar y pensar más allá de los relatos personales, pero -como siempre en el cine del director de Palombella rossa- sin descartarlos, volviéndolos imprescindibles, insoslayables para intentar comprender. Con los protagonistas -los refugiados pero también otros, como algunos héroes y algún villano- contando sus historias y sus perspectivas, Moretti regresa al largometraje documental, a casi 30 años de La cosa (sobre el PCI, el Partido Comunista Italiano).

Santiago, Italia arranca con el recuerdo del gobierno de Salvador Allende y de su figura. Y a partir de ese punto de partida conmovedor y ya conocido nos adentramos en caminos menos explorados, y se suceden los relatos de diversos testigos: historias de exilios, tensiones, cambios, canalladas, crímenes y también altruismos. Santiago, Italia, a partir de una fluidez expositiva notable, se revela progresivamente como un relato múltiple nada laxo, incluso hasta tenso. Y Moretti entrevista con empatía y por momentos con temblores provenientes de sus ideas. Y narra y escucha, y narra y piensa, y narra y conmueve con algunas de las armas más nobles y perdurables del cine.