Santiago, Italia

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Si se alude a la íntima relación entre la ideología y el cine no puede dejar de destacarse la presencia del director Nanni Moretti ("Caro Diario", "Aprile", "La habitación del hijo"). Por eso su aparición al frente del proyecto del documental "Santiago, Italia" se manifiesta como una vertiente más de su actitud militante.
La película es un verdadero fresco de lo que ocurrió a partir del golpe de Estado de 1973 en Chile, que termina con la presidencia de Salvador Allende y que intentaba, según palabras del propio Moretti, ""un experimento de socialismo democrático"".
"Santiago, Italia" es un verdadero caleidoscopio que reúne material de archivo de la época y testimonios de sobrevivientes del drama. Imágenes poco conocidas del bombardeo de la sede de gobierno, la posterior locura del Estadio Nacional con una cifra que rondó los 40.000 detenidos políticos, y las confesiones de las víctimas preceden al núcleo de la narración, el papel de la embajada de Italia en Chile, que salvó a más de 250 presos políticos dándoles asilo en su sede.
Si la impresión se mantiene con el material de archivo, la riqueza de los testimonios asombra, porque abarca desde la visión realista de un sobreviviente del estadio como Patricio Guzmán (fragmentos de su película, "El primer año" forman parte del filme), pasando por el testimonio de represores o la de una madre que temió perder su pequeña hija, lanzada (afortunadamente con éxito) hacia el jardín de la Embajada de Italia en Chile en un desesperado intento de refugio final.

LOS OPUESTOS
El dramatismo de los reportajes (nunca se ve a Moretti preguntando, salvo su breve y filosa aparición con un represor prisionero) abarca el verdaderamente emocionante de un ex prisionero del Estadio Nacional, evocando sin nombrarlo al arzobispo Silva Henríquez, gran defensor de los derechos humanos, que mantuvo una actitud de valentía extrema durante el gobierno de Pinochet e intentó, antes del golpe, todo tipo de conciliación entre los extremos. La profunda emoción que impide a un ateo (el sobreviviente) casi pronunciar palabras por la admiración y respeto por un religioso que cumplió dignamente su misión, habla de las posibilidades de diálogo entre opuestos.
Como fondo y trasfondo abruma el escepticismo de Moretti frente a la actual Italia pragmática y lejana a veces a cierta solidaridad, tan diferente a aquella que albergaba seres humanos en desgracia desafiando un exterior político inmanejable.
"Santiago, Italia" reaviva la polémica universal que enfrenta una actitud de integración y solidaridad, cada vez más lejana en el mapa internacional con las nuevas contingencias de un milenio conflictivo.