Sangre y amor en París

Crítica de V. De Grossi - Cine & Medios

Oh, la lá: tiros, líos y cosha golda

Para el desvaído y hastiado agente de inteligencia James Reece (Jonathan Rhys Meyers) la rutina está a punto de cambiar. Destinado de manera eventual e inesperada a una misión de lucha contra el terrorismo, abandona su puesto laxo en la embajada norteamericana en Francia y se empareja con el muy peculiar agente Charlie Wax (John Travolta). Más allá de los sobresaltos con que se encuentra el novato al lado de semejante redneck de gatillo fácil, pronto quedará claro que la trama oculta detrás del caso que rastrean es más complicada de lo que parece, y estos "talentos" poco ortodoxos de Wax se revelarán útiles para salvar, ya no el mundo, sino el pellejo.
Sí, sabemos que John Travolta es un tipo raro y que dos por tres se zarpa con una aberración como "Rebeldes con causa". Pero es bueno recordar que esa rareza también lo hace figurar, con mucha más soltura, en películas como esta que nos ocupa. No va a sorprendernos con algo más elaborado que el Vincent Vega de "Pulp Fiction", pero nos vamos a divertir un rato viéndolo desconcertar a Jonathan Rhys Meyers, una digna pareja en esta película de acción light.
En cuestiones de género y con mucha más sutileza que tiros, se podría considerar a "Escondidos en Brujas" un antecedente posible de esta cinta, pero no está ni de lejos tan elaborada en lo argumental, sino que se ajusta a las más básicas fórmulas de las películas de duplas (Jackie Chan-Chris Rock, Nick Nolte-Eddie Murphy), aunque sin el componente interracial como el plus que exacerba las risas por parte del público.
Sin demasiadas pretensiones, con un ritmo que no agota (cosa que sí nos pasa con el bueno de Jason Statham, por ejemplo) pero que es llevadero y entretenido, el director Pierre Morel desembarca en Hollywood con un retrato atípico del crimen en París. A la yankee, eso sí.