Sangre y amor en París

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Royale con queso

Al ver una película como Sangre y Amor en París (From Paris with Love, 2010) uno no puede más que imaginarse a Luc Besson comentándole a Pierre Morel que “estaría bueno hacer una de espionaje descerebrada con John Travolta y Jonathan Rhys Meyers como dos locos que se la pasan reventando terroristas por ahí, eso sí… contratá vos a un guionista porque yo estoy muy ocupado”. De esta forma tenemos un producto escrito por el poco intuitivo Adi Hasak, un asalariado que respetó el designio de Besson aunque con un escaso desarrollo de personajes y sin grandes variaciones de enfrentamiento en enfrentamiento.

Morel empezó su carrera como operador de cámara para rápidamente mutar a director de fotografía primero y realizador después. La simpática Distrito 13 (Banlieue 13, 2004) fue sobrepasada por Búsqueda Implacable (Taken, 2008), ambas firmadas por el propio Besson. Su tercer film demuestra ser el más flojo y cae varios puntos con respecto a aquella enérgica propuesta protagonizada por Liam Neeson y centrada en el tópico de la trata de blancas. Aquí los responsables máximos deciden privilegiar la vertiente cómica durante la mayoría del metraje, dejando apenas unos instantes de “gravedad” en el inicio y el final.

Si a pesar de sus limitaciones el convite entretiene al espectador desprejuiciado y se deja ver sin demasiados inconvenientes, esto es mérito exclusivo del cineasta y los intérpretes. La agilidad narrativa, una correcta edición y la química existente entre John Travolta y Jonathan Rhys Meyers son ítems que hacen que este refrito de los tanques de súper acción de los ’80 sea por momentos bastante divertido. De hecho, el combo ofrece la cantidad justa de cadáveres como para pasarla bien bajo la condición de no andar intercalando refutaciones desubicadas en lo que se refiere a un verosímil de montaña rusa extrema.

Desde ya que llegando el desenlace la sensación de vacío resulta patente y está perfecto que así sea: cada uno juzga en función de sus intereses particulares. Quizás con una progresión dramática uniforme, un mínimo concepto detrás, algún villano de peso y secuencias de combate más originales la cosa hubiese sido distinta y ahora estaríamos festejando otro producto redondo de la dupla (veremos qué ocurre con la próxima adaptación mainstream de Duna de Frank Herbert a cargo de Morel). Se agradece la cita a Tiempos violentos (Pulp Fiction, 1994) en boca del mismo Travolta, ese fanatismo por la “royale con queso”…