Sangre y amor en París

Crítica de Elena Castelli - El rincón del cinéfilo

James Reece (Jonathan Rhys Meyers), el actor de la recordada “Match Point” (2005) trabaja como asistente en la embajada de EE.UU. en Francia con aspiraciones de llegar más alto en su profesión, y mantiene contacto telefónico con la persona que le da encargos para realizar como espía encubierto.

La oportunidad se le presenta cuando le dan otra misión en la que tiene que ir a buscar a su nuevo compañero Charlie Wax (John Travolta), un agente de la CIA acostumbrado a aplicar métodos pocos ortodoxos. Hombre de pocas palabras, violento y muy irónico.

Ambos causan destrozos por todo Paris en busca de narcotraficantes y peligrosos terroristas. Espectaculares persecuciones, gran despliegue de exteriores e interiores, enfrentamientos donde no se escatimaron municiones ni violentas acciones cuerpo a cuerpo escalonan esa búsqueda implacable por múltiples locaciones de la Ciudad Luz.

En las situaciones planteadas por el guión se alternan acciones tratadas –verbal y visualmente- efectivos toques de humor, por ejemplo durante la mayor parte de las persecuciones y enfrentamientos Reece debe llevar y cuidas la integridad de un valioso gran jarrón chino conteniendo una considerable cantidad droga como prueba, lo que lo obliga a ir esquivando balas y golpes de karate a granel que les propinan.

Como cuadra a toda producción de acción por la acción no olvida una dosis de romanticismo. En este caso a cargo de Caroline (Kasia Smutniak) como la novia francesa de Reece, con la mirada burlona de Charlie.

Sorprende el look calvo y con barba candado de Travolta animando con actitudes de matón a un espía experimentado, donde se lo ve cómodo, desenvuelto, simpático, en un trabajo serio con el cual se debe de haberse divertido, estado de ánimo que trasmite al espectador. Meyers cumple su parte como coprotagonista muy a tono con el enfoque definido por el realizador para Reece, en tanto Kasia Smutniak es el toque femenino bien puesto en la trama.

No quiero dejar de destacar el adecuado aprovechamiento Paris como locación general para la historia, ciudad de la cual el realizador capta los lugares más bonitos y frecuentado por franceses y turistas, como la torre Eiffel, pero también incorpora lugares que la gente no llega a descubrir de la otra cara Paris, quizá la más auténtica que no muestran las tarjetas postales, oscuros y lóbregos. La acción permanente bien dosificada y un ritmo muy ajustado a este tipo de realizaciones asegura a los amantes de la acción por la acción con buenos toques de humor un entretenimiento asegurado.