Sangre y amor en París

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

Acción x Acción

Titulo en castellano que resume a la perfección un film que retoma los rasgos fundamentales de un género que signó la producción Hollywoodense de finales de los 80 a mediados de los 90 siendo su mas fiel exponente la exitosa Arma Mortal (1987) y su dupla explosiva Riggs y Murtaugh.

Sangre y amor en Paris reutiliza casi todos los elementos de un cine que lleva la acción al límite invitando al puro y exclusivo entretenimiento, donde prima la espectacularidad de las imágenes y la puesta en escena con grandes persecuciones, accidentes espectaculares, luchas cuerpo a cuerpo, tiroteos y explosiones por doquier; donde la trama es anecdótica y se destacan un conjunto reducido de clichés entre los que suele estar la infaltable dupla de policías compuesta por un experto/novato y el políticamente correcto y su contrapuesto.

El director Pierre Morel (Venganza, 2008) y Luc Besson, aquí como productor, quien sabe dotar a sus historias de la irreverencia y el estallido necesarios para ser efectivo e inteligente con relativamente poco en términos narrativos, se valen de todos estos elementos y cierta dosis de sátira para construir un film en el que dos agentes secretos americanos totalmente opuestos se ven envueltos en una misión para salvar a Paris de un atentado terrorista.

A juzgar por su secuencia de créditos inicial en la que una música anempatica anticipa al espectador que algo que no esperamos ocurrirá en la calmada y glamorosa Paris, Sangre y amor en Paris podría ser una gran película de acción.
Pero lejos esta de aquellas producciones de Besson como Niñita (1990), El profesional (1994) también conocida como El Perfecto Asesino con Jean Reno, Gary Oldman y Natalie Portman en su primer papel cinematográfico, en la que la acción complementaba perfectamente el argumento como al fondo psicológico que presentan sus personajes; y por que no la costosa producción de ciencia ficción El quinto elemento (1997), con Bruce Willis y Milla Jovovich.
John Travolta no tiene ni el peso ni la presencia de aquel actor fetiche de Besson y emblema del cine francés, que es Jean Reno, y las pocas escenas de persecución por las calles y túneles de París (raro para ser un film de Luc Besson) no son suficientes para explotar dicho recurso como lo hiciera la excepcional Ronin (1998), dirigida por John Frankenheimer, escrita por David Mamet y protagonizada por Robert De Niro y Jean Reno.

Sangre y amor en Paris solo nos pasea por una sucesión de predecibles pero entretenidas secuencias de acción que tiene a John Travolta como protagonista principal matando todo lo que se interpone en su camino y Jonathan Rhys Meyers en el papel de su compañero políticamente correcto, dos actores que parecieran haberse divertido mas que trabajado. Los acompañan un reparto adicional que solo aparece dosificado con suma precisión para dar continuidad al relato, malvados estereotipados de nuestros días y algunas escenas absurdas e inverosímiles que por su duración no alcanzan a sacar al espectador de la trama y sirven a la sátira (véase la escena de Travolta y Meyers cargando con un espectacular jarrón de porcelana china lleno de cocaína en un ascensor rodeados de turistas y dándose ocasionales saques -según la jerga- de dicha sustancia), para burlarse no solo de ciertas convenciones sino del género mismo.
Basta referenciar al titulo original From Paris With Love, para encontrar una cita más que evidente al film Desde Rusia con Amor (From Russia with Love, 1963), de James Bond.
La incorrección política con que actúan estos personajes americanos en suelo Francés y el sentido del humor utilizado en ciertas escenas podrían vislumbrar cierta visión de sus creadores que marcarían una diferencia entre este film y aquellos que signaron el cine de acción de los 90. Pero el argumento no entrega más que ello. Su trama sencilla y las viejas ideas que se repiten solo conforman un relato previsible, conciso y entretenido que funciona como eficaz pasatiempo.