Sangre en la boca

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

El boxeo en el cine Argentino ha deparado grandes clásicos como Gatica el Mono, historias correctas pero conmovedoras como el documental Maravilla: La Película, y bodrios lamentables como La Pelea de tu Vida. Ahora a este grupo se une Sangre en la Boca, una película de boxeo que no busca ser épica, sino ser un cuento bien contado sobre la animalidad inherente al hombre. Una meta que consigue a pesar de unos pequeños tropiezos.

La vida es un ring.

Sangre en la Boca 2Ramón Alvia tiene 40 años, ha ganado el campeonato sudamericano y decide retirarse en una nota alta para manejar una tienda de artículos boxísticos con su mujer. El retiro parece ser algo escrito en piedra, hasta que un día conoce a Débora, una atractiva joven con promisorias facultades para el boxeo, con la que empieza una intensa relación carnal. Dicha aventura detona en Ramón las ganas de seguir boxeando, pero no será más que el primer capítulo de un largo derrotero que le puede costar todo lo que tiene.

Si hay algo que me cautiva del guion de Sangre en la Boca es su enorme sencillez. Es una narración sin vueltas y al punto, arraigada en los instintos básicos animales que tenemos todos los seres humanos. Las escenas tienen el conflicto y la duración necesarios; no le hacen perder el tiempo al espectador.

Pocas veces he visto escenas de sexo hechas con motivaciones dramáticas tan claras; como si los protagonistas trataran a la cama como un ring de boxeo. Incluso ahí tratan de demostrarse cosas el uno al otro: poder, dominación, demostración de afecto, demostración de talento. Hay muchas palabras para definir estas escenas, y desde mi lugar les puedo confirmar que gratuito no es ni por asomo una de ellas.

Si bien el guion tiene sus fallas, es cierto, (tales como que la mujer no tiene ninguna evidencia de la infidelidad más allá de que el marido no pasa la noche en casa, y la relación con el entrenador no está tan desarrollada como debería), los mismos no hacen suficiente mella en lo que es una historia prolijamente contada. Algo que no es poco en un panorama cinematográfico que suele adolecer de dicha virtud.

Por el costado técnico, me saco el sombrero ante Hernán Belón. Nos sumerge en el universo de Ramón desde la primera escena, eligiendo cuidadosamente sus planos, sus velocidades, y sobre todo, sus sonidos; en las escenas de pelea y en las escenas de sexo. Quiso transmitir la animalidad interna de los protagonistas a cada paso del camino y lo consigue notoriamente. Cuando una película abarca esto, corre el riesgo de quedar limitada sólo a un despliegue de adrenalina, pero Belón no se conforma; le busca el dramatismo y lo convierte en el motor de la estructura narrativa al punto que el espectador termina sintiendo lástima por estos personajes.

Por el costado actoral, Leonardo Sbaraglia (Al final del túnel) entrega una interpretación sin fisuras, humana, desprovista de cualquier caricatura imaginable por los estereotipos. Eva De Dominici, su partenaire, no es solo un rostro y un cuerpo bonitos, sino sobriedad, energía, y entrega absoluta. Un caldero de emociones cuyo fuego ella maneja con suficiente pericia. La química entre ambos intérpretes es innegable y funciona desde la primera hasta la última escena.

Conclusión:
Aun con sus imperfecciones, Sangre en la Boca es un relato tan prolijo como lo es visceral. Sin vueltas y al punto, claro en sus intenciones narrativas, y apoyado en una dirección y actuaciones que cumplen con creces sus intenciones, estamos ante un punto álgido de lo que es la producción nacional de 2016.