Sangre blanca

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Martina cruza la frontera desde Bolivia a Salta. Va con su novio, pero ellos son algo más que una pareja, son dos portadores de cuerpos tóxicos. Barbara Sarasola-Day, que tuvo un debut desparejo con "Deshora", llega con una propuesta más lograda. Sin llegar a tener el vuelo de "María , llena eres de gracia", película clave en explorar el derrotero de las "mulas" del narcotráfico, "Sangre blanca" apuesta a contar una historia que permite varias lecturas. Porque ni victimiza, ni coloca como una villana a la protagonista (acertado rol de Eva de Dominici), sólo la expone en un lugar de necesidad y fragilidad. A Martina el plan le sale mal. Porque su novio muere en una sucia pieza de hotel debido a que su cuerpo no resistió las cápsulas de cocaína que llevaba dentro. Desesperada, deberá cumplir con quienes la contrataron. Ellos quieren la droga o el dinero. Y plata es lo que le falta. Ahí aparece en escena el vínculo con su padre ausente. El momento del pedido de ayuda a su papá (Awada, impecable) es lo más alto de su actuación. Hay tensión, cierto clima de thriller y, lo único cuestionable, un desenlace no tan logrado. Sin embargo, el filme acierta en el tono. Es una invitación a hurgar en un mundo oscuro y poner el foco en ciertas miserias.