Samarra

Crítica de Rocío González - Leedor.com

Podemos estar de acuerdo o no con la postura de Brian De Palma respecto de la historia que quiere contar, pero no podemos negar que hay una búsqueda estética. Y que esta misma búsqueda es en sí misma una declaración de principios, una crítica, una forma de reflexión.

Samarra nos cuenta la historia de un grupo de soldados norteamericanos situados en un puesto de guardia en Irak que matan a una familia y violan y queman el cuerpo de una chica de quince años. El relato es construido desde el registro filmado de uno de los soldados que lleva una suerte de diario de su estadía en Irak, desde las cámaras de seguridad del puesto de vigilancia, desde videos subidos a la red en plataformas similares a youtube, desde un noticiero local con notas de miembros acreditados de la prensa internacional. De esta forma no sólo De Palma cuenta la historia de una manera no convencional, sino que está haciendo un alegato sobre la construcción de la realidad en la era mediática, donde todo es susceptible de ser registrado por una cámara digital.

El registro inmediato de la realidad genera una falsa idea de no construcción, una noción de que las cosas no requieren más elaboración porque son evidentes por sí mismas. Pero De Palma, al mostrarnos desde una pluralidad de cámaras lo que sucede, nos dice que la realidad siempre se construye, se interpreta, se lee de ella lo que se quiere.

Lo único que llama la atención en el relato de De Palma es el maniqueísmo con el que retrata, no a la situación, sino a los personajes: los soldados que perpetran la violación y matanza son mostrados desde un comienzo como los “malos” de la película, con una insensibilidad poco verosímil, lo cual le quita fuerza a la reflexión original que el film propone.

De cualquier manera siempre es positivo ver un film donde se hace patente la intención de querer decir algo de una forma en particular, y no apelando a modelos cinematográficos ya establecidos. En este sentido, la apuesta de Brian De Palma es fuerte y uno no puede quedarse sin emitir una opinión. Sin duda es un film que incita a la reflexión, no sólo sobre la guerra, sino sobre la responsabilidad del cine y de otros medios audiovisuales ya no como meros registros, sino como constructores de realidad.