Rush - Pasión y gloria

Crítica de Juan Campos - Loco x el Cine

Amigos son los enemigos.

Quienes gusten de la Fórmula 1, sabrán que el duelo entre Nikki Lauda y James Hunt fue uno de los más grandes de la historia del automovilismo. Por un lado teníamos al centrado austríaco, profesional, obsesivo y con su vida dedicada a ser el mejor. Por el otro, en cambio, estaba Hunt, el playboy inglés que dedicaba su vida al alcohol, las fiestas y, sobre todo, las mujeres, pero que tenía una forma de manejar tan audaz que lo catapultó rápidamente a las grandes categorías, pese a su estilo de vida.

Ron Howard toma esta rivalidad para presentarnos una película desde ambos puntos de vista. No es una biopic sobre ninguno de los dos en particular, sino que toma una fotografía de un momento puntual en donde sus vidas se cruzaron, desde que se conocieron fuera de las pistas de la Fórmula 3 hasta el retiro de Hunt, con -obviamente- el feroz accidente que casi le cuesta la vida a Lauda como centro de la película.

Chris Hemsworth y Daniel Brühl interpretan a Hunt y Lauda respectivamente, y sus actuaciones no tienen una sola mancha. El carisma de Hemsworth avasalla, y realiza el mejor trabajo de su carrera gracias a un personaje que le queda como guante; mientras que Brühl brilla gracias al apático Lauda, de acento raro, malos modales y poco carisma. Pero el poco carisma está tan bien impostado por Brühl que termina teniendo un magnetismo extraño, que nos deja en un lugar de amor-odio muy interesante. Pero la verdadera protagonista es la relación entre ellos, una mezcla de odio visceral con admiración, los típicos frenemies que tanto nos gusta ver en pantalla, que es el eje que mantiene en pie esta historia.

Técnicamente, Rush: Pasión y Gloria es excelente. Tanto el material de archivo que lograron restaurar como las nuevas tomas que hicieron de la Fórmula 1 de los '70, con autos nuevos y reales girando en los circuitos, aunque también hay, por supuesto, una buena ayuda del CGI.

Lo único no-tan-bueno que puede subrayarse de Rush son los saltos temporales que se hacen con ayuda de montajes con imágenes de carreras reales. Si, es genial ver eso en pantalla grande, pero los saltos en la historia nos dejan con ganas de ver un poco más de lo que sucedía allí. Pero claro, es entendible porque son años y años para adaptar, y Peter Morgan logró escribir un libro que transmite todo lo que hay que transmitir para sumergirse en esos años locos de las carreras.

Posiblemente Rush sea una de las películas del año, y aunque no se la perfila tanto para la temporada de premios americana, si podría ser una gran protagonista en los países en donde la Fórmula 1 tiene peso.

@JuanCamposTw