Rush - Pasión y gloria

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

La importancia de un rival de respeto

Las películas sobre carreras de autos no son muchas, pero cuando son buenas, son extraordinarias. Es un genero difícil, ya que a diferencia de otros ejemplos de cine sobre deportes, tomar en serio el asunto de las carreras de autos torna siempre a algún tipo de drama existencial. Los films de corredores pueden ser tan dvertidas como "Speedway" con Elvis y Nancy Sinatra. En cambio "Grand Prix" de John Frankenheimer o "Las 24 horas de Le Mans" de Lee Katzin (aunque el que manejaba todo era Steve McQueen) partían de una veta trágica tan angustiante que sólo lograban sostener gracias a sus magnificas cualidades dramáticas y visuales.

El truco de Ron Howard en "Rush" consiste en empezar la historia enfocando los aspectos frívolos del asunto: el protagonista es un corredor que sólo concibe arriesgar su vida en cada circuito si dedica el resto de su tiempo al sexo, las drogas y el rock & roll, basando su filosofía en que dado que podria morir en cualquier momento, no debería desperdiciar un solo dia de su vida. La aparición de un obsesivo corredor austríaco, feo y antipático, implica que el astro de los autos de carrera encontró su némesis, un auténtico archirrival, como el Pierre Nodoyuna de los dibujos animados.

Todo empieza muy divertido, y poco a poco, más lentamente que en cualquier otra película del género, se vuelve espeso y dramático, a la altura de la historia que cuenta. El hecho de que esté inspirada en hechos reales es el otro gran truco de Howard. El verdadero protagonista del film es Niki Lauda, campeón mundial de la Fórmula 1 que pese a haber sufrido un accidente prácticamente mortal, sólo 42 días después ya estaba listo para seguir compitiendo con el carilindo astro James Hunt. Howard retrata a cada uno de sus antihéroes como auténticos bastardos detestables, pero también se ocupa de dejarles algún momento de redención.

A diferencia del clásico "Grand Prix" que se centraba primero en las carreras para luego interrumpir la tensión con una mirada a la vida personal de los corredores, Howard cambia la estrategia, empezando por mostrar los conflictos personales durante el primer tercio del film, para luego apretar el acelerador más y más hacia los detalles del insensato campeonato de Fórmula 1 de 1976, competencia con reglas tan delirantes que permitían que un tipo desfigurado y casi dado por muerto pudiera subirse a su Ferrari e incluso volver a correr en condiciones climáticamente imposibles, igual o peor que las que provocaron su accidente. Una vez arreglados los contratos por los sponsors y los derechos de transmisión de la TV mundial, ninguna escudería quería detener semejante negocio.

El estilo de drama histórico ya aplicado por Howard a "Apolo 13" se potencia aquí con el énfasis en la rivalidad entre los dos corredores. "Rush" es un drama existencialista fatídico y oscuro, pero luminoso en su idea de la necesidad de tener a mano un rival digno de respeto.También describe la Formula 1 de los años '70 como una especie de obsesión autodestructiva: en un punto Lauda, recién casado, en medio de la más fabulosa luna de miel, se detiene a pensar que "la felicidad es un problema, te hace pensar que tenes algo que perder".

La película termina centrándose en la asombrosa historia real de Lauda, y una vez que se vuelve temible en tensión y rápida hasta el vértigo, simplemente atornilla al espectador a su butaca y no le da un minuto de paz. Tiene algún punto débil, como el comportamiento excesivamente redundante del desmadrado Hunt (Chris Hemsworth, el super héroe "Thor", luce casi demasiado contemporáneo), además de cierta simplicidad en la descripción del background que determina la obsesión de los protagonistas. Pero nada de eso importa una vez que Howard lleva al espectador al vértigo de la Fórmula 1, y la actuación del "bastardo sin gloria" Daniel Bruhl como Niki Lauda es memorable (igual que la de muchos personajes secundarios, como Pierfrancesco Favino como el corredor Clay Regazzoni, determinado a humanizar a Lauda). El montaje y el diseño de sonido son excepcionales, y la fotografia se ocupa de que en momentos culminantes los pilotos estén a punto de competir en un verdadero circuito infernal.

Un detalle curioso: Carlos Reutemann, el pilto que convocó Ferrari tras el accidente de Lauda, no sólo no sale segundo, sino que tampoco se lo ve aunque sea mencionado varias veces a lo largo de la película. Parece que no es posible hacver un clásico de carreras de autos sin un argentino, dado que en "Grand Prix", junto a Ives Montand y Toshiro Mifune, tambien aparecía Fangio interpretándose a si mismo.