Rouge amargo

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Mientras la ciudad duerme

Como aquellas películas de los primeros años del retorno de la democracia, la apuesta policial de Gustavo Cova con Rouge amargo trabaja desde un amplio abanico temático donde confluyen ex presidiarios, prostitutas, políticos corruptos, travestis y periodistas.

En ese submundo tantas veces transitado por aquel cine se desarrolla una débil historia de necesaria complicidad entre Julián (Cáceres) y Cynthia (Emme) quienes, por cuestiones del azar, o de las vueltas del guión, se meterán de lleno en la basura de la ciudad, retratada a través de escenas nocturnas, sexo publicitario y algún derroche de sangre.
En aquella década Cova (junto a Horacio Maldonado) codirigieron Alguien te está mirando, un film de terror y suspenso con jóvenes con la testosterona a punto de estallar y los rockeros de entonces Stuka y Michel Peyronel en breves apariciones. Aquella película, hoy casi de culto, presentaba una estética "moderna" para la época, en un combo perfecto junto a la "futurista" Lo que vendrá de Gustavo Mosquera, con Charly García como enfermero descontrolado.
Rouge amargo parece original pero no lo es por su frágil construcción de personajes estereotipados: el ex preso recién salido de la cárcel que vuelve a tener problemas, el periodista deseoso por la noticia que lo lance a la fama, la prostituta de buen corazón, el entorno político que trata de ocultar su ilegalidad, más algún secundario que parece sacado de otros films de los años '80, como aquellos de Juan Carlos Desanzo (El desquite, En retirada, La búsqueda) debido a su gratuito grado de violencia.
En Rouge amargo, mientras se presencia una inválida acumulación de planos procedentes desde la posproducción, y en tanto se subraya el carácter esquemático de la mayoría de los personajes, Gustavo Moro, interpretando a la travesti amiga y protectora de la confundida Cynthia, obtiene un alto índice de autenticidad en un rol que excede al carácter rutinario del guión. Rita, nombre de la travesti, termina convirtiéndose en el único ápice de humanidad cinematográfica de la cinta.