Rouge amargo

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Un policial con reglas básicas

La noche y una parada de prostitutas; un televisor en un bar y alguien que espera el llamado que no llega. Los elementos iniciales de Rouge amargo reproducen el ambiente urbano sórdido. La película de Gustavo Cova también recoge el guante, a su manera, de los temas hiper ventilados en los corrillos mediáticos. El director trabaja sobre varios esquemas que a la manera de maquetas contienen la anécdota y los personajes.

En el hotel alojamiento se produce un asesinato. El muerto es un candidato a diputado que recurre a los servicios de Cynthia (Emme). En la corrida queda involucrado un tipo misterioso (Luciano Cáceres) que salva a la chica y tiene que esconderse de los autores intelectuales del crimen.La película presenta las peripecias con ritmo de videoclip. Sin palabras, con música estridente y montaje rápido, Rouge amargo ofrece los clichés de un policial típico, más cercano al telefilme que al cine de autor.Cynthia y su nuevo mejor amigo tienen que escapar. En la trama entra la travesti Rita, papel que interpreta Gustavo Moro con los matices que logra en ese rol. La Moro en ese personaje es un clásico más interesante que el guión de la película. Por su parte, Emme se luce y exhibe recreando los rasgos de una prostituta que subestima el peligro cuando se complica con un cliente de vida pública. La actriz maneja su rol con poca expresividad y movimientos mecánicos.

Luciano Cáceres y César Vianco (como Báez, el perseguidor) protagonizan buenas peleas y, si bien transmiten algo de la adrenalina del mundo en el que todo es a matar o morir, no pueden salir de los estrechos límites del formato. Las escenas de acción y las persecuciones ponen adrenalina, así como algunas escenas particularmente violentas, destinadas a ilustrar las vejaciones a la que son sometidas las trabajadoras sexuales, relato que cumple con las reglas básicas del género.La historia incluye un comisario honesto (Rubén Stella) y un periodista joven que investiga la ruta del candidato (Nicolás Pauls), imprescindibles para armar el juego del poder.La película de Cova crea una ficción que relaciona con liviandad el mundo del hampa con los privilegios de la alta política.