Rouge amargo

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Recién salido de la cárcel, Julián se registra en un hotel ubicado en una zona frecuentada por prostitutas. De pronto es sorprendido por violentos ruidos y desesperados gritos de una mujer que ocupa una habitación contigua. Sin dudarlo saca a relucir su revólver y allí se encuentra con una joven que le pide ayuda. Inesperadamente un hombre lo enfrenta y huye, y para sorpresa de Julián, él reconoce a una persona muerta sobre la cama. Se trata de un famoso y controvertido diputado, y frente a esta situación la mujer lo obliga a escaparse juntos. Mientras un periodista y un veterano policía intentarán descifrar el caso de ese asesinato, detrás del cual se esconden siniestros planes políticos, la pareja deberá eludir a unos crueles perseguidores que están involucrados en el crimen.

Con una cámara en constante movimiento, el director Gustavo Cova recrea esta peligrosa aventura con indudable calidad estética y logra otorgar al guión, del cual es coautor, un clima dramático que, como en muchos y recordados thrillers de la cinematografía norteamericana, posee una suficiente dosis de suspenso y de violencia, elementos que convierten a Rouge amargo en un film casi atípico dentro de las producciones nacionales. Luciano Cáceres y Emme aportaron a sus personajes todo el vigor que necesitaban para salir indemnes de una sucesión de situaciones en las que la trama los envuelve cada vez con más fuerza y temor. Es un plato fuerte digno de degustarse.