Rosetta

Crítica de Paola Simeoni - ¡Esto es un bingo!

Elige tu propia aventura

Un cuento moral no es lo mismo que un cuento con moraleja. El cuento moral no deja una enseñanza sino que nos enfrenta a los valores, al sistema de principios -religiosos o sociales, según el cristal con que se mire- que nos gusta creer que nos hace humanos.

Rosetta es un cuento moral. Rosetta, además, es una chica que vive en una casa rodante con su madre borracha. La cámara de los hermanos Dardenne se pega a esta adolescente nerviosa que anda corriendo por ahí. Al principio la seguimos mareados porque la chica es opaca, no sabemos quién es, qué piensa y qué siente. Pero con el correr de la película, aunque no nos diga nada, de tanto acompañarla, encarnamos en ella y ya no podemos distanciarnos de su punto de vista, estamos totalmente comprometidos a seguir su suerte.

Rosetta piensa que si encuentra trabajo va a tener una vida normal. Quiere ser una persona común, pero mientras tanto tiene que sobrevivir (en la acepción más primitiva de la palabra) y para eso desarrolló un montón de pequeñas rutinas que le aseguran la subsistencia. La vemos como un animalito salvaje y desconfiado, hace lo que tiene que hacer para comer, para curarse y para que no la lastimen. Hasta que un día encuentra ese trabajo que quería, y también encuentra un amigo y nosotros no ponemos contentos, nos alegramos por la suerte de nuestra heroína finalmente realizada.

Pero cuando Rosetta se convierte en un ser social, en la persona que soñaba ser, la cosa se complica, porque también empiezan los cuestionamientos morales. Cuando tenemos que sobrevivir, todos estamos de acuerdo en que hay que hacer lo necesario para lograrlo, pero fuera de ese dilema, se nos acaba la solidaridad, ya no podemos estar tan cerca de Rosetta. Empezamos a juzgar si está bien o mal lo que hace, nos subimos a un banquito para opinar sobre las decisiones que toma para mantener el trabajo que tanto le costó conseguir.

Y así, cuando en la menos animal de las decisiones, Rosetta decide imponerse un castigo y suicidarse, los Dardenne nos dejan irremediablemente afuera. En el final de la película Rosetta lleva sola su garrafa en su vía crucis personal y nosotros ya no somos ella, nos convertimos en el Simón de Cirene que la comprende y la ayuda o somos uno más de los que la condenamos y hacemos más difícil cargar su cruz. Mientras éramos animales podíamos hermanarnos, pero la moral nos hace únicos e individuales, para bien o para mal.

Un cuento moral no viene a traer certezas, no nos enseña nada, sino que nos plantea problemas para que nosotros encontremos nuestras propias soluciones. Rosetta encontró la suya, ¿nosotros nos animamos a encontrar las nuestras?