Ron da error

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

La animación británica sobre bullying, amistad y tecnología

Una propuesta que llega desde Inglaterra y se permite una reflexión sobre temas que circundan con humor y personajes pintorescos.

Desde hace tiempo que la animación permite sentarse unos minutos a reflexionar sobre la vorágine de la vida actual y sobre cómo la tecnología, ha venido para transformarnos de una manera única. Esta película no es la excepción.

Con la llegada de un nuevo artefacto, un niño que vive con su padre y abuela, con una educación completamente atemporal, verá cómo ese objeto deseado lo transforma por completo aunque nunca deja de sostenerse en los valores impartidos en su hogar.

Estas son las premisas de Ron da error (Ron’s gone wrong, 2021), film que tiene en la construcción de los personajes el principal impulsor de la empatía. Roles trazados con pinceladas conocidas, queribles, aún en aquellos investidos con cierta “maldad” pero que, en realidad, no operan conscientemente en ese plano.

Nueva versión de relatos en donde la diferencia marca el tempo e impulso de la estructura dramática, y en la que, el potente guion de Peter Baynham y Sarah Smith (también directora), refuerza la sensible pintura de Barney, un personaje protagónico que sabe de carencias económicas y afectivas fuera de su casa, pero que posee grandes riquezas en cuanto a lo inmaterial.

Barney emerge entre ellos cuando, tras insistir, el objeto tecnológico bautizado como Ron, errático/fallado (con una escena de “educación” a lo E.T. El extraterrestre), comienza a generar más problemas que soluciones.

Hay una idea romántica (a lo Steve Jobs) del para qué de la tecnología. Algo que también define a Barney por oposición. El capitalismo y la precarización laboral dicen presente, dentro del universo de Barney y su núcleo familiar, un mundo en donde el hogar, además de ser el refugio del hostil exterior, será también el centro de la economía del grupo, vendiendo novedades “made in china” por parte del padre, y cocinando extraños bocadillos por parte de la abuela.

De este modo la experiencia de ser diferente en el colegio es atravesada por la llegada de un nuevo amigo cibernético y se convierte en una oportunidad para reencontrarse con uno mismo. Desde allí el film avanza a paso firme con un relato conocido, sin sorpresas, pero con muchos valores y amor.