Rompecorazones

Crítica de V. De Grossi - Cine & Medios

Robarle (el corazón) a un ladrón...

Alex Lippi (Romain Duris) y su hermana Mélanie (Julie Ferrier) han hecho de la infelicidad ajena un negocio sumamente redituable. Se dedican a romper parejas por dinero, pero con la condición de que sean personas desgastadas, insatisfechas, infelices: una pareja feliz es máximo tabú, y por encima de todo, Alex no empleará el sexo para conseguir sus objetivos.
Todo marcha viento en popa y Alex y su equipo hermana-cuñado recorren el mundo seduciendo mujeres, hasta que un magnate del negocio de las flores los contrata para que deshagan la pareja de su hija, Juliette (Vanessa Paradis). La oferta es irresistible, ya que los gastos del equipo rompeparejas es mayor que su ingreso promedio. Por supuesto, hay un par de inconvenientes a tener en cuenta. Juliette y su novio parecen amarse con locura y están decididos a casarse, así que el tiempo apremia. Pero otro imponderable se presenta cuando Alex comienza a conocer a su "víctima": sus sentimientos se ponen en juego y por primera vez corre serio peligro de enamorarse.
En la tónica de la comedia de situaciones, con toques de humor simple principalmente a cargo de la pareja de laderos (hermana y cuñado del protagonista) y un guión que se sostiene sin mucho esfuerzo o apelación al verosímil, el debutante Pascal Chaumeil consigue una propuesta ligera, obvia y simpática para espectadores que gusten de un entretenimiento simplón, pero que a la vez no subestime a su público, se podría decir que conjuga lo mejor de ambas orillas: el ritmo y la estructura del guión hollywoodense, con los diálogos y la cadencia de la comedia romántica europea.