Romeo y Julieta

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Claramente se puede definir todo este error cinematográfico a partir de los problemas de producción, que es evidentemente donde se encuentra el origen del desatino.

Dicho de otro modo, esta coproducción Italia, Suiza, Gran Bretaña tiene ciertamente como destinatario final al público adolescente estadounidense, que ya se ha masticado y tragada infinidad de versiones del texto de William Shakespeare, de manera encubierta, ejemplo de esto es la saga “Crepusculo”.

En Hollywood, como regla general las películas son de los productores, en definitiva en la entrega de los premios “Oscar” el galardón a la mejor película la reciben ellos, y ellos son los encargados de contratar a directores, guionistas, músicos, directores de arte, de fotografía y a los directores de casting.

Detengámonos aquí. La elección de Julieta en manos de Hailee Steinfeld, quien nos sorprendió gratamente en “Temple de Acero” (2010), es correcta. El problema es que su partenaire Douglas Booth (Romeo) muestra tan pocos recursos histriónicos que deteriora y hasta desdibuja al extremo la performance de Hailee, en conjunción al resto del elenco, lo que termina por dar la sensación de estar todos muy mal dirigidos. Del incendio total se salvan Lesley Manville, en el papel de la Nodriza, y Paul Giamatti como el padre Lorenzo, al que es muy difícil hacer que actúe mal.

Los antecedentes del director casi dan como seguro que fue contratado por que alguien, sí o si, debe hacerse responsable de este rubro, ya que sólo cuenta con un par de filmes en su haber sin que ninguno, de los vistos en estos lares, supere lo mediocre.

También, como queda dicho, la elección del guionista queda en manos del productor. Confiar en Julian Fellowes, con el antecedente de “Gosfrord Park” (2001), tampoco parece un desatino, sólo que en estos casos el guionista debe cumplir ordenes del productor.

En relación a la banda de sonido, va en paralelo a la producción general, con la música grandilocuente, por momentos empática respecto de la imagen, demasiado recargada de pomposidad, lo que le quita el poco el peso dramático que podría poseer la realización La dirección de arte podría hasta establecerse como de una gran corrección, sino fuese por la puesta de cámaras del orden de lomas elemental posible, sin búsquedas lingüísticas de ninguna naturaleza; o la dirección de fotografía podría hasta lucirse, como sucede con el vestuario, pero ambos rubros salen perjudicados por las directivas de la producción pues parece que lo que más le importó es vender el producto.

La historia es muy conocida, esa del amor trágico de una pareja de jóvenes que son atravesados por el odio entre sus familias. La estructura narrativa respeta casi a rajatabla el original, no pasa lo mismo con los diálogos, ni con el montaje secuencial, y por ende con el manejo de la temporalidad de los hechos.

Uno de estos productores ejecutivos se llama Swarovsky, apellido y familia ligada a la producción de bijuterie realizada en cristal desde hace más de 100 años, elementos muy caros que parecen joyas y no lo son, imitación del oro que sustenta el axioma de que no todo lo que reluce es oro.

Bien, aquí en la función de productores tomaron una de las joyas de la literatura universal y la transformaron en baratija.