Roma

Crítica de Patricia Chaina - Motor económico

ROMA, o el emocional México de Cuarón
La película es una suerte de México ‘for export’, según Alfonso Cuarón. Una propuesta sólida, dura y bella donde la estética nos salva del espanto

(Por Patricia Chaina. Especial para Motor Económico) Ya sabemos que es larga, que es lenta, que es en blanco y negro. Sin embargo Roma, la película del mexicano Alfonso Cuarón se está llevando todos los premios de la temporada. Y es favorita en la serie que culmina con el Oscar, a fines de febrero. Algo raro pasa con la industria. Y Cuarón lo sabe. Su película se exhibe por Netflix y en pequeños circuitos de salas. La imagen electrónica se apodera del séptimo arte. Los relatos se adaptan a la transformación tecnológica del nuevo milenio.

Hacía 16 años que Cuarón no filmaba en México. Y para volver se internó en su pasado y escribió un relato sobre su herencia afectiva. Lejos de la atmósfera lograda en Gravedad (2013) o de la fantasía del tercer Harry Potter, más cerca de: Y tu mamá también (2001), por sencilla, por realista. Esta historia navega entre la realidad y la memoria. Sus protagonistas son los recuerdos de su infancia en colonia Roma, en México DF. Su familia, su casa, su nana, sobre todo su nana, llamada Libo -por Liboria-, en la vida real. Aquí se llama Cleo. Una gran interpretación de Yalitza Aparicio, quien pensaba ser maestra jardinera hasta que llegó por casualidad al casting de Cuarón. Y él la eligió.

En riguroso blanco y negro y con una atrapante variedad de grises, la película se instala en su época. Exhibe una letanía que evoca al tiempo real, a la rutina. Muchas secuencias son grandes escenas sin cortes que conviven con las panorámicas en cinemascope donde se amplifica el horizonte. El agua tanto puede lavar un piso de mosaicos como ser agua de mar, inmenso, bravo. Ese es un hallazgo ético y estético del filme: cada elemento se transfigura por el paso del tiempo. Todo se vuelve mágico, hasta el vaivén del agua sobre el piso de mosaicos. Un riesgo sin embargo, al borde del precipicio de la vanidad, en una puesta donde la forma domina el relato.

La pobreza y la desigualdad de la sociedad mexicana vistas desde sus ojos niños, no entran en cuestionamiento, están dadas. Y allí reside su debilidad narrativa. Su Cleo no sufre su pobreza ni padece la soledad. No es un problema de actuación. Es de guión. Así y todo, la soledad y el dolor, son igual de crueles para las dos mujeres de esa casa: su nana y su madre (Marina Taviro). Eso permite establecer un vínculo entre ellas. En ese sentido, la película es genuina. Como el fresco que propone sobre lo cotidiano. A ese registro colaboran los subtitulados del mixteco, un habla muy popular en las afueras del DF, tanto como los exteriores en las calles del centro, en los barrios o en la playa. El clima del realismo está logrado

Pero ostenta una tendencia hacia el estereotipo: Toma tres episodios de identidad mexicana: un temblor; una protesta interferida por comandos parapoliciales armados y entrenados que termina en matanza, y el embarazo no planificado de una joven empleada doméstica.

Es la relación que establece esta joven con la familia para la que trabaja, en especial con su patrona, lo que da cuerpo al relato. Y allí gana la narrativa que recrea esa infancia, la de Cuarón. Porque de eso se trata. De su matriz identitaria transformada en película, con las mejores herramientas de la industria a su disposición.

Eso se premia de este retrato sobre la cosmopolita de Ciudad de México en los ‘70. Se premia lo simple, lo bueno, lo bello. Se premia al tecnicolor del blanco y negro de su fotografía. Se premia al espíritu de la contemplación, en tiempos de violencia. Se premia la narrativa perfecta donde el pacto de convivencia entre pobre y ricos queda sellado por la afectividad. Hollywood está de fiesta. No sería raro que Roma fuera coronada mejor película de 2018, aun siendo “de habla no inglesa”. Lo cual, le haría justicia: Su valor estético desborda la solvente poética de su realización, aunque la vida real, sabemos, no suceda en blanco y negro.

FICHA: Título: Roma. País: México, 2018. Director, productor y guionista: Alfonso Cuarón. Elenco: Yalitza Aparicio y Marina de Tavira. Duración: 135’, SAM 16. Disponible en Netflix.