Rojo

Crítica de Sebastián Manestar - Cinéfilo Serial

La historia argentina tiene momentos muy oscuros. Momentos que fueron muchas veces retratados en la cultura popular, ya sea en un libro, obra de teatro, cine o programas de televisión. El Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), o tal vez conocida como dictadura militar, fue llegar a lo más profundo del pozo negro. Pero los años previos también fueron oscuros y tensos. Aunque poco retratados.

El escritor y director Benjamín Naishtat busca mostrar con su tercera película el preludio del horror. Una sociedad que callaba y era cómplice de lo que vendría. Un film dramático que muestra esta época tensa y poco vista en cine.

En septiembre de 1975, un hombre extraño llega a una tranquila ciudad de provincia. En un restaurante, y sin motivos aparentes, comienza a agredir a Claudio, un reconocido abogado. La comunidad apoya al abogado y el extraño es expulsado del lugar. Más tarde, Claudio y su mujer, Susana, son interceptados por el hombre extraño, quien está determinado a cobrarse venganza. En el horizonte solo hay un camino sin retorno, de muerte, secretos, intrigas de poder y silencios.

Naishtat, con una gran muñeca para dirigir y crear climas opresivos, retrata la violencia cotidiana en una ciudad del interior del país en los ’70. Época particular donde ya estaban en marcha los mecanismos de funcionamiento del aparato represor y los gérmenes del Golpe de Estado. Pero el film no se concentra en los vaivenes políticos, sino en el rol de la gente en todo este meollo. El director argentino transmite una atmósfera en donde puede pasar cualquier cosa y las personas muestran un grado de complicidad y una doble moral. Una mirada que elige no saber, aun sabiendo.

Un guión preciso pero sin una bajada de línea enchastrosa. Con su brillante pluma, Naishtat nos ilustra con metáforas e imágenes todo lo que quiere decir.

Pero para que una película tenga un gran reconocimiento mundial, como lo está teniendo, tiene que tener un reparto acorde y a la altura. Aquí brilla el maravilloso tridente: Darío Grandinetti, Andrea Frigerio y Alfredo Castro (inquietante actuación).

Además, otro mérito del director es generar un producto que tenga vida afuera del país. Con un drama progresivo engancha a los que no están familiarizados con el tema e igual quedan compenetrados. Esto se vio en los premios que recibió en el Festival de San Sebastián: Mejor Dirección, Mejor Actor (Darío Grandinetti) y Mejor Fotografía. Toda la producción hacen una gran trabajo de ambientación, desde el vestuario hasta el maquillaje. Y el sonido llevado a cabo por guitarras distorsionadas generadoras de angustia.

En una escena al pasar, el personaje de Frigerio, en medio de una reunión con amigos, se la ve tomando agua en una taza. Luego reconoce, que está obligada por el contexto a realizar lo que otros hacen. Esto sintetiza la obra de Naishtat y el aire que se respiraba en esa turbulenta época.

Perturbadora, elegante y feroz. Mezcla de melodrama y thriller. Y por momentos provoca terror con aquello que está por venir, pero que nunca vemos en pantalla. Una de las mejores producciones argentinas del año.