Rogue One: Una historia de Star Wars

Crítica de Mariano Ojeda - El Lado G

¿Por qué era necesario contar esta misión llamada Rogue One? En primera instancia porque ya se conoce el potencial que tiene una historia proveniente de este universo. Toda una mitología, una galaxia para explorar llena de historias. Algunas más importantes, otras menos. Pero el robo de los planos de la Estrella de la Muerte fue el puntapié inicial de la saga. ¿Quiénes estuvieron detrás de esta hazaña? Eso es lo que cuenta Rogue One. Por otro lado, esto le permite a Lucasfilm realizar películas que no tengan la misma premisa ni el mismo tono, pero que conserve el espíritu de la saga iniciada en los 70. Es válido afirmar que Rogue One tiene muchas escenas de acción, como de costumbre, pero también algo del cine de espionaje y bélico. En el marco de una Ópera Espacial, resulta una inmejorable oferta.

Rogue One: Una historia de Star Wars (Rogue One: A Story of Star Wars) se trata de la precuela del primer episodio estrenado en 1977, o sea, ya se sabe a dónde apunta la historia y el resultado de la misma. La novedad es que sigue a quiénes estuvieron detrás de la hazaña de conseguir los planos de la estrella de la Muerte y cómo lo lograron. Enmarcada dentro del universo creado por George Lucas, Rogue One posee una identidad propia, que es lo que se le pedía a sus creadores y que Gareth Edwards (Monsters, Godzilla) tuvo que ejecutar. Y lo logra con creces. Edwards consigue impregnarle un espíritu propio a la película, pero a la vez conserva la llama “Star Wars” desde su estética, las referencias constantes a la historia ya conocida, personajes clásicos de la primera trilogía (grandes sorpresas) y nuevos, provenientes del universo expandido y de las series animadas.

Por otro lado, Rogue One puede disfrutarse de forma independiente a las siete películas de la saga. Si usted, espectador, no vio nada de La guerra de las Galaxias, no se haga problema porque va a disfrutar 100% la película. Es más, cualquier espectador que disfrute del cine bélico o de espionaje, también quedará satisfecho con un buen número de escenas y un cierre de antología. Ojo, no se olvide que también hay naves, rayos lasers, androides, etc.

La película no sólo se puede ver de manera independiente al resto, sino también encaja a la perfección en la línea de sucesos ya conocidos. La inclusión de viejos personajes como Darth Vader, la elección del vestuario, la construcción de escenarios, y el debut de K-2SO –de lo mejor de la película- como un androide del imperio que fue reprogramado, son herramientas que le permiten a la película brillar como un nuevo y digno capítulo de Star Wars, pero a su vez, convertirla en un episodio distinto, fresco y nuevo desde muchos sentidos.
Por el lado del elenco, Felicity Jones se luce. Ella continúa con su buena racha, ya que en los últimos años participó de grandes producciones (La teoría del todo, Inferno, Un monstruo viene a verme) y en Rogue One construye un personaje al que no le pesa el protagónico. Su actuación no es descomunal, pero le da vida a una Jyn Erso que está a la altura de encabezar “una de Star Wars”. La acompaña Diego Luna como el capitán Cassian Andor, y pese a que por momentos no se puede despegar al personaje del actor, cumple su función. Y, como bien se mencionó antes, el androide K-2SO al que Alan Tudyk le pone la voz, es el mejor ingreso a la franquicia por lejos. No, no esperen un personaje al estilo C-3PO, R2-D2 o BB-8, ya que el androide negro mate de casi dos metros tiene un carácter bastante especial y un humor muy ácido.
A diferencia de los otros títulos de la franquicia, aquí Lucasfilm invierte un dinero importante en contratar a figuras ya consagradas de Hollywood e incluye en el reparto a actores como Ben Mendelsohn (Mississippi Grind), Mads Mikkelsen (Doctor Strange) y Forest Whitaker (The Last King of Scotland). El primero interpreta al villano Orson Krennic, miembro del Imperio encargado de darle forma al proyecto de la Estrella de la Muerte, el segundo a Galen Erso, padre de Jyn, científico diseñador de la Estrella de Muerte y especialista en los cristales Kyber, los cuales le dan el poder a los sables laser. Por último, Whitaker le da vida a Saw Gerrera, una especie de mentor o padre adoptivo de la joven Jyn. ¿Por qué la necesidad de contratar actores ya reconocidos y destacados por su nivel actoral? No porque Star Wars necesite de esos nombres para funcionar en las salas, sino porque es una sola película, una única aparición y quizá prefirieron apostar a estos actores para asegurarse que permanezcan en la memoria de todos por sus notables interpretaciones. Cabe destacar que está confirmada la no continuidad de este título.
Imposible olvidarse de las actuaciones Donnie Yen (uno de los actores y coreógrafos del cine de artes marciales más populares de los últimos años), Riz Ahmed, que viene de brillar en la miniserie The Night Of y Jiang Wen quienes interpretan a la otra parte del grupo que acompaña a Jyn Erson en su importante misión. Mención aparte para el regreso de James Earl Jones como la voz del mismísimo Darth Vader. Impecable en su trabajo. La magia sigue intacta.
Por el lado del relato, se nota el trabajo extremadamente detallista de sus guionistas. Chris Weitz, Tony Gilroy, John Knoll y Gary Whitta fueron los encargados de darle forma a esta obra desde el guion, y vaya que lo consiguieron. Quizá, la parte más débil de la película esté en la manera que distribuyen las historias de los nuevos personajes. No la extensión que se le da a cada uno, sino la forma en la cual están ubicadas estas subtramas. Nada para preocuparse, pero hay un notorio bajón promediando el film.
En la previa, mucho se habló de los problemas que ha tenido Rogue One: Una historia de Star Wars durante su rodaje. Se dio a entender, más de una vez, que la participación de Tony Gilroy llegó a tal punto que volvió a escribir y dirigir escenas ya filmadas por Gareth Edwards. También se rumoreaba que el guion pasó por muchas etapas hasta que se consiguió la versión que deseaba Disney. Versiones que quedarán enterradas u ocultas bajo siete llaves.
Lo cierto es que Rogue One, pese al proceso de desarrollo y realización, está muy bien y no es comparable con las otras entregas de la saga, sino que es funcional a ellas. Hay un espíritu Star Wars (episodio IV, V y VI). Hay personajes dignos de pertenecer a este universo. Hay revelaciones y momentos para la emoción. Hay más información acerca de los conflictos internos tanto en el Imperio como en los Rebeldes. Hay nostalgia. Hay personajes nuevos y viejos. Hay guerra. Hay batallas. Hay un nuevo conflicto entre padres e hijos. Hay amistad. Hay un robot que se compra al espectador. Hay épica. Hay una promesa implícita en respetar lo que se realizó en la primera trilogía. Pero por sobre todo, y lo más importante, hay una nueva historia de aquella Galaxia muy muy lejana lista para estrenarse. ¿A quién le importa el proceso que debió pasar la película para llegar a la última versión? A muchos, pero a la mayoría, seguro que no.