Rogue One: Una historia de Star Wars

Crítica de Carlos Manuel Horazzi - Citricón

Rogue One, la primera película del universo Star Wars que no forma parte de los episodios cumple. Y cumple con creces.

A priori el peso que había sobre esta película era enorme. Si bien es la segunda cinta que no ha estado bajo la supervisión de George Lucas (con todo lo que eso conlleva), en lo personal, creo que tenia la vara mas alta porque no contaba con ninguno de los personajes que todos conocemos y amamos.

Ya en otras precuelas y secuelas se han presentado personajes nuevos que nos han cautivado (Lando Calrissian, Boba Fett, Rey) y que nos han causado rechazo (Jar Jar Binks, Jar Jar Binks, Jar Jar Binks), pero todas las historias estaban ancladas en la familia Skywalker, ya sea Anakin, Luke, Leia o Rey (si las teorías son ciertas) y los personajes que los rodean. Esta nueva entrega no tiene ninguno de esos personajes en los papeles principales, y de ahí la dificultad de la tarea.

Dicho todo esto, citando a Darth Vader, “The Force is Strong with this one” (La Fuerza es intensa en esta). Si, la traducción no es exacta pero no quería repetir fuerza y fuerte, así que me tome una licencia literaria. Perdón.

Sin entrar en muchos detalles, para evitar spoilers, la película es redonda. El elenco es excelente. Girando en torno al personaje de Jyn Erso (Felicity Jones) la película funciona como si no tuviera un protagonista principal, y fuera más una historia coral. Acompañada por Diego Luna, Forrest Whitaker, Donnie Yen, Riz Ahmed, Mads Mikkelsen, Jimmy Smits, Genevieve O’Reilly y la voz de Alan Tudyk nos comprometemos con la historia de cada uno de ellos. Gareth Edwards (Godzilla 2014, Monsters) ha logrado que empaticemos con cada uno de los personajes, por más que muchas veces toman decisiones contradictorias, los entendemos a todos, y de alguna manera, nos ponemos en el lugar de cada uno de ellos en algún momento.

A este logro en la dirección, se suma el estilo visual del realizador. Si bien Godzilla no fue una gran película, en ella se solidifico su sello. El manejo combinado de cámara en mano, frenética, desprolija y aparentemente torpe, con los efectos digitales en segundo plano, nos da la sensación de estar viendo una cinta recuperada de alguien que pasaba por ahí y filmo todo para que lo disfrutáramos en un cine. Las batallas, sobre todo la final, están al nivel de las películas bélicas de los últimos años, sin dejar de ser una parte familiar de la saga intergaláctica que conocemos.

La historia que construyeron Gary Whitta y John Knoll (este ultimo trabajo en episodio IV en el departamento de efectos visuales y estuvo involucrado en 5 de las 6 primeras películas de la saga) para luego ser guionada por Tony Gilroy (Saga Bourne) y Chris Weitz demuestra un cariño y respeto para con el material original, que solo la combinación de fanáticos reales y profesionales experimentados puede lograr, dando como resultado un coktail casi perfecto.

Si tengo que criticar algo, hubo dos cosas que me hicieron ruido. Menores como son, debo decir que los personajes digitalizados ya sea para rejuvenecer o directamente por haber muerto, no logran convencer. Tal vez sea el conocimiento propio que la persona en pantalla ha muerto, pero parecen lo que son. Animaciones digitales.

El otro pequeño desacierto es la banda sonora. Claramente la falta de John Williams, reemplazado por Michael Giacchino, daña la música que a esta altura es un personaje más, que nos acompaña desde la primera vez que se escucho en 1977.

Con todo esto dicho, creo que la película va a gustar mucho a los fanáticos (hay que verla mas o menos 10 veces para ver todos los easter eggs que tiene) y a los que no saben nada ni han visto las otras (algunos quedan increíblemente).

Si este es el nivel de películas que vienen, bienvenidas todas. Una por año, o una por mes.